Ha estado en boca del Parlamento y la opinión pública la legalización del aborto en nuestro país, muchos movimientos han señalado que la legalización no es sólo una buena idea, sino que es necesaria, pero sabemos que no porque todos piensen que algo sea correcto, lo será. Remontémonos a un contexto muy distinto, el gobierno nazi en Alemania, donde la mayoría del pueblo estaba convencido que los extranjeros, especialmente los judíos, eran ciudadanos de segunda categoría, siendo que sabemos que somos todos personas valiosas, ninguna por sobre otra.
Ahora bien, desde mi punto de vista, el aborto no debe ser legalizado, es bien sabido que el argumento que utilizan los pro-aborto es «yo hago lo que quiero con mi cuerpo», pues bien, la función del Estado y la justicia es dar las garantías de libertad y bienestar para la población, cosa que no se cumpliría legalizando el aborto. Al matar a un ser se le priva de lo que la misma constitución defiende: vida, libertad y bienestar.
Si se legaliza el aborto se está cometiendo una contradicción y no sólo eso, también se está cometiendo un delito donde el Estado estaría avalando que ello ocurriera dentro de nuestras fronteras, y pasaríamos a poner como nación algunos factores por sobre la vida ¿Qué factores? Por ejemplo, que la estabilidad económica y el gasto que genera mantener a un recién nacido se está imponiendo por sobre la vida. En fin, cualquier motivo por el cual se quiera abortar, sea económico, psicológico, social, etc. se está imponiendo sobre la vida. Es impresentable que exista la duda que algo sea más importante que la vida, y más aun si esa duda la tiene el Gobierno, quienes toman las decisiones. Además, el argumento de «yo hago lo que quiero con mi cuerpo», el tema es que no se trata solo del cuerpo de alguien, se trata de la vida que se lleva dentro del cuerpo de ese alguien, y el Estado tiene la responsabilidad de defender cada una de las vidas.
Nicolás Rosas, alumno de 4º Medio Humanista, Colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez de Viña del Mar.