Esta mañana, en dependencias del Arzobispado de La Serena, Mons. René Rebolledo Salinas ha reafirmado lo que señalara en diversos momentos e instancias en los 11 meses que lleva presidiendo la Arquidiócesis: “La vida es un don de Dios”.
Primeramente sostuvo que “vivimos tiempos complejos y de enormes desafíos nacidos de los cambios sociales que cruzan el mundo. Como Iglesia invitamos a buscar el camino del Evangelio para afrontar tales retos, en todo momento, dentro del respeto a la dignidad y a los derechos de todo hombre o mujer, por ser hijos de Dios y hermanos de Cristo”.
Afirmó que la Iglesia comparte los anhelos de nuestro pueblo, especialmente en la preocupación por la justicia, la equidad social, las reformas que son necesarias, etc. Sin embargo, afirma con claridad que es preciso el respeto irrestricto de la dignidad del hombre y de los derechos que de ella emanan. “Estos derechos el hombre los posee por su propia naturaleza. Uno de ellos y fundamental es el derecho a la vida, la que es preciso respetar en su plena dignidad en todo tiempo y circunstancia, como también en todas sus fases, desde su concepción y hasta su término natural. Esta disposición, que debe ser permanente, es la mejor expresión de correspondencia al don recibido”, señaló el Pastor Arquidiocesano.
Luego reafirmó “la vida es un don de Dios. Por ello, estamos llamados a agradecer cotidianamente el don de nuestra propia vida, como lo he manifestado en el Te Deum para las fiestas patrias del año 2014. Es hermoso también expresar el agradecimiento a Dios por el precioso y sagrado regalo de la vida de los demás. Debe ser una propuesta de todos, respetarla en su plena dignidad en todo tiempo y circunstancia”.
“Hago pues un llamado a los católicos y a todas las personas de buena voluntad a afrontar la crisis que nos afecta en todo el ámbito cultural y valórico, dando una respuesta con argumentos de razón, como también basada en los valores más nobles de nuestra tradición cristiana. Ante los enormes desafíos del tiempo presente, no debemos sucumbir, más bien fortalecernos en la oportunidad extraordinaria que nos brinda el Señor: “Dar razón de nuestra esperanza” (1Pe 3,15), ofreciendo a todos la alegría de la vida en Cristo, sentido y plenitud de nuestra existencia”.
Luego manifestó: “en especial, para los miembros de la Iglesia, amar a Dios comporta también apartar del corazón lo que no tenga su fuente y fundamento en Él y vivir según el predicamento del amor que Él nos ha manifestado en su Hijo. Bajo esta luz su proyecto sobre el mundo y el hombre tiene absoluta prioridad. Resulta entonces que amar verdaderamente a Dios es aceptar su proyecto y amar todo lo que Él ama. Sabemos que el Señor ama, ante todo, a su hijo Jesús y en Él a todos nosotros. La vocación del hombre le exige elevar su mirada a Dios y no autoerigirse como señor. En un acto libre Dios nos dona la vida, nos sostiene en ella y es el único Dueño de la vida”.
Finalmente expresó: “vuelvo a reiterar el llamado a que colaboremos todos en forjar una cultura que posibilite una respuesta a los anhelos más hondos de nuestro corazón, cual es entender la propia vida y la de los demás, como un misterio y un precioso don del Señor. Convoco a mis hermanos sacerdotes, diáconos permanentes, agentes de pastoral de la Arquidiócesis a que sigamos aportando a nuestra Patria, con humildad y serenidad, nuestro servicio generoso saliendo al encuentro de nuestros hermanos, reconociendo su dignidad de hijas e hijos de Dios, su vida e historia, sus grandes sueños y más hermosos anhelos”.
René Rebolledo Salinas
Arzobispo de La Serena
Fuente: El Ovallino