“Sí, la vida vencerá, puesto que la verdad, el bien, la alegría y el verdadero progreso están de parte de la vida. Y de parte de la vida está también Dios, que ama la vida y la da con generosidad” . 1
Esta esperanza que tenemos muchas personas y obviamente, para aquellos que tienen una consideración formal de persona 2, me refiero a personas humana, las tenemos ya a partir de datos meramente biológicos que nos manifiestan ¿cómo un individuo humano podría no ser persona humana? Es La misma ciencia biológica, que muchos ostentan con orgullo, ya que es una ciencia moderna que, se supone, le manifiesta al hombre contemporáneo, de manera tangible y experimentable, lo que afirma sin dejarle duda a su entendimiento de que está ante una verdad comprobada, la que nos afirma que estamos en presencia de un ser humano independiente de la madre. Sin embargo, pareciera que, no a estos muchos sino a la mayoría no basta tal dato científico para que las voluntades cedan ante la verdad. No se elige la Verdad, ni el bien que objetivamente nos corresponde, ni defender los derechos humanos. Se elige muchas veces simplemente tratando de esquivar el dolor, no considerando que “lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito” 3 es aquí donde esos muchos encontramos la esperanza.
Ciertamente “la libertad del ser humano es siempre nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones. No están nunca ya tomadas por otros; en este caso, en efecto, ya no seríamos libres. La libertad presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio”4 y más aun, los actos libres tampoco pueden reducirse a las inclinaciones específicas de la naturaleza, si esto fuera así, todos los hombres tendríamos que estar obrando igual: no habría ni cultura, ni elección, ni amistades. “Porque para que exista libertad tiene que haber algo que trascienda nuestra misma naturaleza porque si no todos nuestros actos serían explicables desde nuestra naturaleza”5 La libertad, tal como lo expresa Santo Tomás de Aquino, es aquella que nos da la señal 6 de que estamos en presencia de una persona, es decir, de aquello no singular solamente por parte de la naturaleza sino de un subsistente singular en tal naturaleza, en nuestro caso la humana.
Alguno quizás se preguntará desde cuándo subsiste la persona en esta naturaleza y lo primero que le responde la ciencia biológica es ¿cómo un individuo humano podría no ser persona humana? Para esos muchos que tenemos la esperanza de que la Vida triunfa sabemos claramente cómo puede suceder que un individuo humano podría no ser persona humana, sino se nos caería todo, tal como lo han afirmado muchos verdaderos filósofos, y ahí si nos quedaría mejor elegir esquivar el sufrimiento y huir del dolor. Toda persona, que cree en la Persona divina de Jesús reconoce que Jesucristo posee dos naturalezas. La naturaleza humana de Jesucristo es substancia individual de naturaleza racional (individua substantia rationalis naturae) y sin embargo no es persona (humana), consideración que muchos olvidan al momento de intentar establecer, en absoluto, el fundamento verdadero de la persona humana. Y esto hay que considerarlo para establecer bien la definición y por ende la defensa de la persona humana.
“Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre… la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar»[25] . Esta doctrina sigue siendo válida y es confirmada, en el caso de que fuese necesario, por los recientes avances de la biología humana, la cual reconoce que en el cigoto* resultante de la fecundación está ya constituida la identidad biológica de un nuevo individuo humano” 7.
“A cada ser humano, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona”.
Aldo González P.
Profesor y Licenciado en Filosofía
Colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez
Viña del Mar.
Notas
1) Instrucción Dignitas Personae (sobre algunas cuestiones de Bioética) N° 2.
2) Metafísica de la persona humana en Santo Tomás de Aquino; Conferencia dictada por el profesor Antonio Amado Fernández en la Universidad Santo Tomás, Agosto 2004.
3) Spe Salvi n° 37
4) Spe Salvi n°24
5) Metafísica de la persona humana, Antonio Amado Fernández.
6) Suma Teológica I, q.29
7) Donum Vitae I,1.; Congregación para la doctrina de la fe
8) Dignitas Personae; Introducción.