Viernes 10 de febrero de 2017
Señor Director:
Bajo este título se exhibe la película que relata la extraordinaria vida de Desmond Doss, soldado de primera clase, que llegó al grado de cabo, fue objetor de conciencia -se negó a cargar armas y matar al enemigo- y que durante la batalla de Okinawa salvó la vida de cerca de 75 soldados de infantería heridos al borde del acantilado de Maeda. Este acto heroico lo hizo merecedor de la medalla de honor.
Es muy probable que esta película no reciba los premios que verdaderamente merece por el solo hecho de recrear la vida de un hombre sencillo, humilde y al mismo tiempo extraordinariamente superior al común. Y digo que es muy probable que no reciba premio alguno, ya que en los ambientes cinematográficos, y particularmente en las ceremonias de premiación del séptimo arte, están mucho más preocupados de criticar «originalmente» al Presidente norteamericano democráticamente elegido que de ocuparse del relato heroico de su pueblo, que exalta lo mejor del género humano, aun en tiempos oscuros.
La película es verdaderamente excepcional, porque relata una historia real y genialmente original. Está llena de valores que parecen olvidados hoy en Chile. La amistad, la lealtad, la verdad, el amor, el no olvidar al otro, el concepto de que nadie sobra y la idea de que es posible abrir un espacio de luz y humanidad en los lugares y momentos más sombríos de la vida, como lo es la guerra. Nos recuerda que jamás hay que dejar atrás al camarada o compañero, y en una sociedad enceguecida por la idea de unos pocos de eliminar al más débil, nos hace ver que el No Matar sigue siendo una regla superior exigible e indispensable para la verdadera convivencia democrática, pues aquellos que están por nacer son hoy, en Chile, «Hasta el último hombre».