Mañana, a las 11:00, Jorge Acosta llegará hasta el ex Congreso para defender su postura contraria al aborto. Y lo hará en un escenario complejo: un debate organizado por el senador Guido Girardi, uno de los impulsores de la despenalización.
La decisión de asistir es parte de una batería de acciones del think tank Res Publica -del que Acosta es director ejecutivo- para influir en el debate, y que incluye estudios académicos, informes para congresistas y seminarios.
Ex «institutano» y médico de la Universidad Católica, llegó a Res Publica mientras cursaba séptimo año de la carrera. Estaba por comenzar la especialidad de ginecología cuando Julio Isamit, otro ex «institutano» y ex líder «pingüino», lo invitó a asumir el desafío. Dejando de lado la especialidad se incorporó al proyecto como el primer director ejecutivo. «Siempre he sentido una gran vocación por mi carrera, pero sabía también que tenía una vocación por el servicio público y en especial por defender la vida». Hoy, con 28 años, lleva tres en el cargo. Y aunque no hizo la especialidad, se encuentra terminando un magíster en bioética.
Acosta se siente lejos del perfil en el que, asegura, se ha tratado de encasillar a quienes se oponen al aborto. Hijo de un cartero y una dueña de casa, nació y se crió en la comuna de San Ramón, en la población La Bandera. Es el mayor de cinco hermanos, el primer profesional de la familia. «Existe el estigma de que para defender la vida hay que venir del ‘cuiquerío’, pero yo vengo del Chile real», señala.
De hecho, su título de médico lo siente como una meta generacional, fruto del esfuerzo de su familia. Por lo mismo, entiende que para su padre no fue fácil aceptar que él se «desconcentrara» de su carrera para asumir un desafío público, pero Acosta siente que tiene una deuda con la sociedad. «Yo me siento parte de la generación que se benefició con el progreso de Chile. Si Chile no hubiese progresado como lo hizo, yo no hubiese podido estudiar Medicina. Quiero devolverle al país, a través del servicio público y de mi carrera, lo que me dio«.
Es precisamente su experiencia con el Chile real, la que -dice- lo ha llevado a ponerse a la cabeza de una de las instituciones que ha liderado el debate contra el aborto y que, junto a «Chile siempre» y «Siempre por la vida», han combinado el trabajo académico con el activismo. «Fueron mis propios profesores del Instituto-muchos de ellos más cercanos a la izquierda-, los que me inculcaron la defensa de la vida», afirma. Esa mirada se hizo mucho más fuerte en la universidad y más tarde en su experiencia como médico.
Para Acosta, el problema esencial es que hoy se ha instalado un debate «falso» y «frívolo», que no va al fondo del problema. Esto, dice, queda en evidencia en las minutas del Gobierno que revelara «El Mercurio», donde el tema se aborda como un problema de salud pública, instalando argumentos que no consideran lo que realmente implica un aborto: «matar una vida». «Lo primero que hay que hacer es preguntarnos si el aborto es bueno, si queremos terminar con una vida. Si no queremos eso, entonces lo que hay que hacer es evitar el aborto», argumenta.
Es esta mirada, dice, la que ha llevado a Res Publica a buscar argumentos basados en la realidad y el trabajo médico del día a día. Así, se encuentran realizando la campaña «Prevengamos el aborto» que, a partir de informes del Instituto Melisa-centro privado de investigación biomédica-, plantea que el verdadero problema de salud pública es la falta de prevención y que esto no se soluciona con la legalización del aborto, «que, como todos sabemos, daña la salud sexual, reproductiva y mental de la mujer». Además, prepara la difusión de dos documentos para informar a los parlamentarios y a la opinión pública: uno, con las cifras del aborto en Chile-que demostrarían que este ha disminuido- y otro con las propuestas de apoyo a las mujeres vulnerables que piensan en abortar.
«En el lado correcto de la historia»
Acosta admite que hoy oponerse al aborto no es «popular». «El aborto es la salida fácil», dice. Sin embargo asegura estar «en el lado correcto de la historia». «Cuando en Estados Unidos defendían la esclavitud argumentaban lo mismo: si usted no quiere tener esclavos no los tenga, pero no obligue a los demás». A él, le parece «incoherente que el país pionero en la libertad de vientre en Latinoamérica, hoy permita el asesinato en el mismo vientre».
Fuente: El Mercurio