Columna en el Diario Estrella de Iquique, lunes 27 de marzo
El Valor de la Vida
Cada 25 de marzo, a nueve meses de la Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la Anunciación del Señor y unido a éste el día del Niño por Nacer. Diversos momentos de oración y de manifestaciones alegres y pacíficas han querido poner de manifiesto el valor de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Nunca se hablará o se hará bastante en la defensa de este derecho fundamental.
La Iglesia enseña que: “Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”. Dice la Palabra de Dios: “antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado” y en otro lugar “Y mis huesos no se te ocultaban, cuando yo era hecho en lo secreto, tus ojos, Señor, vieron mi cuerpo en formación».
También se enseña que: “Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres y tampoco como una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la misma naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte. “cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho.
la Iglesia, experta en humanidad como la definió Paulo VI, será en medio del mundo y en todos los tiempos la defensora férrea de la dignidad del ser humano, que en ella todos los creyentes y con ella todas las personas de buena voluntad, proclamemos con respeto pero con firmeza que cada vida humana cuenta y en este tiempo de cuaresma como cristianos proclamamos que toda vida humana vale el precio de la sangre de Cristo, es decir tiene una valor y una dignidad infinita. Que todos, y de manera especial nuestros jóvenes sepamos cuidarla y defenderla siempre.
Mons. Guillermo Vera
Obispo de la Diócesis de Iquique