Abortanasia

«¿Es posible que aborto y eutanasia se confundan en una sola conducta? Así es, ocurre con la causal por la cual el proyecto de ley de aborto pretende que este sea autorizado y que se ha dado en llamar ‘inviabilidad fetal’…»

Por: Hernán Corral  

El lector perdonará el neologismo con el que se titula esta columna y que intenta reunir en un solo vocablo las palabras aborto y eutanasia. Con ellas se alude a ocasionar la muerte de un ser humano: en etapa de gestación, con la primera, y gravemente enfermo, con la segunda.

¿Es posible que ambas acciones se confundan en una sola conducta? Sostengo que así es y que ello ocurre con la causal por la cual el proyecto de ley de aborto pretende que este sea autorizado y que se ha dado en llamar «inviabilidad fetal». Textualmente el proyecto dispone que el aborto procederá cuando «el embrión o feto padezca una alteración congénita o genética incompatible con la vida extrauterina».

Queda claro que en este caso el aborto quedaría justificado porque la criatura por nacer padece de una patología que podría causarle la muerte después de nacida. Pero esto no es más que un tipo de eutanasia: matar a alguien porque se encuentra enfermo.

La gravedad de legalizar esta eutanasia prenatal se comprende cuando se percibe que las razones que la justifican pueden ser aplicadas para autorizar no solo el suicidio asistido o la eutanasia consentida para ancianos, discapacitados y enfermos terminales, sino incluso para imponer esa «solución» con prescindencia o contra la voluntad del afectado. Obviamente, el niño en gestación que se ve afectado por una alteración congénita o genética no puede decir si desea anticipar su deceso. Tampoco se le mata pensando en su propio bienestar, sino suponiendo que su eliminación evitará un mayor sufrimiento para un tercero: su propia madre. Es una eutanasia en interés ajeno.

Este desprecio por el bien del ser humano concebido puede llevar al ordenamiento jurídico que lo acepte, a una fractura en su sentido protector y tutelar de los derechos fundamentales de las personas de insospechadas consecuencias. No está de más recordar que las cámaras de gases ocupadas para el exterminio de los judíos por parte del régimen nazi tuvieron su precedente en un programa de eutanasia para enfermos decretado por el mismo Hitler en 1939. El decreto señalaba que había que «conceder a los enfermos incurables el derecho a una muerte sin dolor». Para lograr esta muerte indolora se construyeron las primeras cámaras de gases, con las mismas apariencias engañosas -simulaban duchas y baños- que tendrían luego en Auschwitz. Por eso, según conjetura Hannah Arendt, la cámara de gas, entre quienes cometieron el genocidio, era percibida como un «asunto médico».

El «asunto médico» que se pretende legalizar con la «abortanasia» que comentamos tiene menos miramientos para con el embrión o feto enfermo. Ninguna previsión normativa se establece sobre cómo se practicará el aborto (con o sin dolor) ni en qué plazo. El término de 12 y 18 semanas se exige solo para el caso de violación. El aborto de una criatura que presenta dolencias que, según el equipo médico, serían «incompatibles con la vida extrauterina» podría practicarse hasta los nueve meses de embarazo. Se estaría autorizando, así, incluso el llamado «aborto por nacimiento parcial», tristemente célebre en Estados Unidos: se esperan unos días para asegurar la dilatación cervical y se suministran medicamentos para inducir el parto, pero antes de este el médico extrae las piernas y el cuerpo del niño dejando dentro la cabeza; luego, hace una incisión en el cráneo y succiona el encéfalo; producida la muerte, extrae también la cabeza. Aprobando este tipo de aborto ya estamos en la frontera con el infanticidio.

Esperemos que los integrantes de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, donde se está discutiendo el proyecto de ley, adviertan la inconsistencia que se produce con los ideales de inclusión e igualdad, al legalizar la mayor exclusión y discriminación que puede sufrir un niño enfermo o discapacitado. Una que merece ser calificada como un atentado doble contra su vida inocente y vulnerable: aborto y eutanasia a la vez.

Fuente: emol.cl

Lee artículo original aquí 

Ver mas

Hora de decisiones y valentías. Mons. Juan Ignacio González E. Obispo de San Bernardo

El Mercurio, Domingo 29 de marzo de 2015, pag. A2
Ver mas

Presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, médico socialista y masón explica su postura contra el aborto

El recién asumido Presidente hizo noticia en 2010 al usar su facultad constitucional para vetar un proyecto de ley sobre salud sexual y reproductiva sancionado por el Poder Legislativo y que buscaba despenalizar el aborto en Uruguay. Su postura frente a la materia fue explicada a través de una carta enviada a la Asablea General del Parlamento, en donde explica las razones para por las que vetó dicha iniciativa.

El mandatario aseguró que “hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado”. Vásquez ejemplificó diciendo que “en los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló”. Situación que en sus palabras, “también sucedió en España”.

En la misiva, Vásquez asegura que “la legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia”. El médico explica que “descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser”.

“Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos –incluido el nuestro– el ADN se ha transformado en la ‘prueba reina’ para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo”, agregó.

Para el líder socialista “el verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia”.

El mandatario aseguró que la norma en discusión afectaba el orden constitucional y los compromisos asumidos por Uruguay en tratados internacionales, entre otros el Pacto de San José de Costa Rica y la Convención Sobre los Derechos del Niño, ambos pactos ratificados también por Chile.

El líder del Frente Amplio aseguró que “nuestra Constitución, obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica –convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos– contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción. Además, le otorgan el estatus de persona”.

Vásquez explicó a los parlamentarios que si bien una ley puede ser derogada por otra ley, no sucede lo mismo con los tratados internacionales, que no pueden ser derogados por una ley interna posterior. “Si Uruguay quiere seguir una línea jurídico-política diferente a la que establece la Convención Americana de Derechos Humanos, debería denunciar la mencionada Convención”, afirmó.

Respecto a la objeción de conciencia, el líder uruguayo aseguró que “al regularla de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más”.

“Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo”, aseguró el recién investido Presidente y aseguró que dicho texto “afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales”, en una línea muy similar a lo señalado por el Rector de la Universidad católica, Ignacio Sánchez.

Asimismo, Vásquez explicita que “el proyecto, además, califica erróneamente y de manera forzada, contra el sentido común, el aborto como acto médico, desconociendo declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokio, asumidas en el ámbito del Mercosur, que vienen siendo objeto de internalización expresa en nuestro país desde 1996 y que son reflejo de los principios de la medicina hipocrática que caracterizan al médico por actuar a favor de la vida y de la integridad física”.

Para Tabaré, de acuerdo a la idiosincrasia del pueblo Uruguayo, “es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos”.

“Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica”, agregó.

Finalmente, el médico aseguró que “existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto”.

Fuente: Chile B

Ver mas

El aborto: un rotundo fracaso de la sociedad

Uno de los temas que ha causado gran polémica en tiempos actuales es el aborto; van y vienen argumentos a favor y en contra y, si bien es cierto que es difícil exponer una opinión respecto a un tema que muchas veces puede ser desconocido para algunos que no hemos estado en el lugar de quienes lo han efectuado, no es complicado ponerse en la posición de los no nacidos y defender la oportunidad de vivir que les corresponde por derecho, como bien lo expresa la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el artículo 1: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y en el artículo 3: todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. ¿El simple hecho de condenar a muerte a un ser no sería, por lo tanto, una grave infracción de estos artículos?

Hay ciertos casos en los que algunos lo consideran admisible; casos en los que el feto ya presenta malformaciones en la gestación. ¿Eso significaría que la vida de los discapacitados no es tan digna como la de otros quienes sí presentan una fisonomía que concuerda con los parámetros establecidos en el canon de la belleza actual?

Y lo que es peor, se pueden encontrar otros en los que el bebé moriría a los pocos segundos, minutos u horas luego de nacer. Pero ¿quién nos da el derecho de quitarle esos tan preciados instantes de vida fuera del vientre materno?

Aunque muchos relacionan el estar en contra del aborto con una postura más bien defendida por la iglesia católica, lo cierto es que la protección de la vida del no nacido no es una cuestión de fe religiosa.

Iglesias de todas las doctrinas, incluso muchos ateos  y agnósticos abogan por el valor universal de cada persona, afirmando con seguridad que abortar no es tener genuina libertad debido a que esta nace del respeto a la vida y de la generosidad.

Hoy no existe la esclavitud, por lo tanto nadie es dueño de nadie, ni siquiera se conciben los hijos como de  propiedad de sus madres; de hecho ellas solamente tienen la obligación natural y moral de protegerlos dentro y fuera del vientre,  hasta que puedan valerse por sí mismos, hasta cuando sean capaces de ejercer su propia libertad.

Por otra parte, hay quienes consideran el aborto como un derecho de la mujer. Es innegable que la mujer tiene derecho a recibir una educación sexual adecuada, a recibir asistencia psicológica y sanitaria durante este proceso y, sobre todo, información sobre las alternativas existentes para evitar abortar, que en términos técnicos sería lo mismo que hablar de un asesinato, ya que, aunque el feto habite dentro de su cuerpo, es una vida independiente de la madre que la acoge y por tanto ésta no tiene ningún derecho de terminarla; porque en realidad después de ocurrido el aborto evidentemente no se puede reanudar el embarazo, por lo que no se podría definir como interrupción.

Sin embargo una de las falacias más recurrentes es la de promover que las mujeres controlen sus cuerpos sin permiso de los hombres; incluso hay algunas feministas integristas que odian tanto el hecho de ser ellas quienes queden embarazadas y no los hombres, que se plantean el tema de esta forma.

Esto se debe en muchos casos a la violencia de género o acoso en el trabajo, llegando incluso a despedir a muchas de ellas sólo por estar embarazadas. Pero esto no ocurre frecuentemente; muchas abortan simplemente por desconocimiento de otras alternativas existentes y porque ven como un ideal de la sociedad moderna cometer tales acciones porque la ley está vigente y el aborto ya está siendo practicado en algunos países europeos más desarrollados socialmente hablando.

Lo que olvidamos es que la posible nueva ley convertiría el aborto en un método de planificación familiar, un método anticonceptivo que no hará más felices a las parejas. Al contrario, mucho más miserables, además de todos los problemas que conlleva, desde el embarazo no previsto,las dificultades de tomar la decisión de abortar, hasta los traumas pos aborto, pasando por depresiones, secuelas físicas, y psicológicas, cuando la mujer se da cuenta de la verdadera naturaleza de su acto, o sea, cuando se percata de que lo que verdaderamente está haciendo es matar a su propio hijo.

Sea como sea, el aborto es un rotundo fracaso de la sociedad porque no es algo inocuo ni tampoco una solución a los problemas, sino lo opuesto. La verdadera solución posible sería informarse de todo lo que conlleva esta situación para evitarla, ayudar a quienes pasan por una situación de embarazo no deseado dándoles a conocer otras alternativas a las que se puede optar (adopción, por ejemplo) e incentivar a los demás a que hagan lo mismo, no promover leyes que lo permitan.

Ignacia Picas Aguilera

Ver mas