ACOMPAÑAMIENTO Y LIBERTAD, Carta al director portal el democrata.cl

Septiembre 2, 2015

Sr. Director:

Tenemos un problema… algo anda mal… son palabras que remueven hasta el tuétano a una mujer —llamémosle Ana— en el segundo control ecográfico. Las palabras del doctor bonachón que le da este diagnóstico se sienten lejanas, como bajo el agua. No puede ser verdad… ¿Qué habré hecho mal? Después de llorar durante todo el camino a casa, conversa con su familia y deciden llamar a un experto para una segunda opinión. Segundo trámite, segunda espera, segunda ecografía… y la inexorable mirada del experto diciendo que no hay nada que la medicina pueda hacer. Tristeza. Rabia. Vómitos. Nuevamente llanto… ¿Por qué me pasa esto a mi? pregunta que la hace sentir culpable y es rápidamente reemplazada… ¿Por qué a mi hijo? Y comienza a formarse la idea de abortar…¿Por qué continuar con este dolor? ¿Cuál es el sentido de prolongar este sufrimiento? Ya vendrán más hijos… Pero ¿Podré volver a ser madre? ¿Seré capaz de querer volver a ser madre?

Búsqueda en Google… De qué se trata la enfermedad (¡No entiendo nada!)… Cuáles son las expectativas de vida (¡Algunos sobreviven al parto! Pero la mayoría no)… Cómo se hace un aborto a las 16 semanas de gestación (¡Qué horror! ¿Y cuán seguro es esto?)… Miles de páginas web con información de libertad y derechos de la mujer, y otras tantas con frases como “No al aborto” “Un aborto te hace madre de un hijo muerto” (¡¡¡Pero si se va a morir igual!!!) Y se acumulan las preguntas como una precaria torre de platos y tazas que está apunto de caerse al suelo y romperse en mil pedazos, junto con la misma Ana… Llora una vez más… no porque haya encontrado una respuesta, sino porque no ha encontrado ninguna… Ana es la madre de un bebé “en veremos”… Le cuesta dormir, le cuesta comer, le cuesta respirar… No por la tristeza, no por el dolor, sino por la soledad de la incertidumbre… Y el miedo a la soledad, que es aún más terrible.

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Esta historia ilustra el profundo abandono que comparten cientos de mujeres chilenas al año embarazadas con diagnóstico de la mal llamada “inviabilidad”. Hoy, el gobierno le ofrece a Ana, a través de un proyecto de ley, el supuesto derecho a elegir interrumpir su embarazo… Y Ana sabe que eso realmente significa que le dan la opción de que alguien mate a su hijo, por decisión de ella, antes que muera naturalmente… Ana sabe perfectamente, que a través de un aborto, el gobierno le dice que no hay nada más que hacer.

“Hoy, el gobierno le ofrece a Ana, a través de un proyecto de ley, el supuesto derecho a elegir interrumpir su embarazo… Y Ana sabe que eso realmente significa que le dan la opción de que alguien mate a su hijo, por decisión de ella, antes que muera naturalmente…”

Por cierto, el hijo de Ana probablemente muera antes de nacer, o muy poco tiempo después del parto. Pero eso no significa que no haya nada más que hacer. Hay tanto que hacer por mujeres como Ana. Es ahí donde CUALQUIER proyecto de aborto falla. Porque Ana no anda buscando abortar. Todos, detractores del aborto o no, coincidimos que se trata de un mal social, porque terminar con la vida de cualquier ser humano es un mal. Quienes apoyan el proyecto de ley de aborto avalan que, además de su despenalización por causales, éste se transforme en un derecho garantizado, bajo la premisa que un acto malo se transforma en bueno bajo ciertas excepciones, a tal punto que es algo que el Estado debe hacer o aplicar. Pero Ana no anda buscando una respuesta de muerte, sino una de vida. Se siente sola. Tiene miedo. Y lo mejor que el gobierno de cualquier país puede hacer, es darle a Ana la compañía que necesita para encontrar esas respuestas, en vez de decirle que no hay nada más que hacer. Lo que Ana quiere es no sentirse sola en esos momentos. Lo que tantas mujeres como ella quieren es una persona al lado que sepa por lo que están pasando, un hombro donde llorar, unos brazos que les abracen y les digan: “No te preocupes… no importa cuán terrible sea para ti el dolor de saber que tu hijo está tan enfermo, no estás sola”. Por eso el acompañamiento es tan eficaz. No porque disuada, sino porque acompaña.

Entonces ¿Cómo le vamos a responder a Ana? ¿Diciéndole que no hay nada más que hacer y que mejor decida ella que le den muerte a su hijo? ¿O entregarle compañía y apoyo integral para que se sienta digna y segura en su maternidad, a pesar de su inconmensurable dolor? Hay que decidir cuál rumbo tomar, porque se trata de una encrucijada y no de caminos paralelos.

Por Patricia Andrighetti

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Acompañar a la madre, Columna de Soledad Alvear en La Tercera

Soledad-Alvear_avatar-200x200Para algunas mujeres el embarazo puede suponer enfrentarse a un drama, sea porque el hijo es diagnosticado con alteraciones congénitas de mal pronóstico vital, o porque es un embarazo producido por una violación. La forma en cómo respondamos a este drama como Estado refleja nuestros valores más profundos y nuestra concepción de sociedad.

Desde una perspectiva de derecha, el principio mayor es la maximización de la felicidad individual, para lo cual cada uno tiene derecho a hacer lo que se quiera con tal de que se respeten los derechos de otros a hacer lo mismo. Para la teoría libertaria de los derechos se descarta toda ley que requiera que unas personas ayuden a otras como imponer impuestos para la redistribución de la riqueza. Esta mirada liberal llevada al drama de los embarazos mencionados al inicio conduce a la solución fácil, machista y conservadora del aborto que preserva las situaciones de abuso de la mujer, se le da la espalda a la mujer y responsabiliza a ésta de “resolver su problema”.

Sin embargo, citando al reconocido escritor inglés John Donne, “ningún hombre es una isla… la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto, nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

En la tradición social cristiana, además de la preocupación permanente por los más vulnerables -en este caso la madre y el hijo-, también siempre hemos reivindicado los lazos que nos unen como comunidad, y que por tanto nos hace corresponsables y solidarios con el dolor del otro. Personas, comunidad y bien común son de la esencia del acervo humanista cristiano que se interrelacionan de un modo total, por lo que se nos reconoce como personalistas y comunitarios. ¡No podemos dejar solas a las mujeres que enfrentan estas situaciones dramáticas! Creo que siempre habrá una salida para acoger el dolor sin aumentarlo más y acompañar desde el respeto a la dignidad de la vida humana.

Por ello, junto a un grupo de académicos, ex ministros de Salud y especialistas médicos hemos preparado un proyecto de ley sobre acompañamiento a madres con embarazos en estas situaciones complejas, que desde el reconocimiento del Estado de su obligación de garantizar la integridad física y psíquica de la madre, su familia y su hijo no nacido, propone un programa de atención sanitaria integral y de acompañamiento a madres, padres y otros familiares del círculo cercano.

Una institucionalidad que autorice el aborto como medio de solución al problema planteado, implica una declaración de derrota de la búsqueda de sistemas de soluciones que hagan más llevadero estos casos para la mujer, en tanto implica una privatización del problema a cargo de la propia mujer. La principal finalidad es acompañar a la madre y a su pareja y/o familia a vivir del modo más humano y solidario posible un embarazo de estas características. En palabras del Papa Francisco, el ideal humanista cristiano “nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos”.

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Aborto: Perder votos y ganar coherencia

Carta al Director El Mercurio, 1 de septiembre

Señor Director:

En mi condición de médico y militante de la Democracia Cristiana desde hace más de treinta años, requiero que los diputados Torres y Silber, quienes representarían la posición DC en la Comisión de Salud, expliquen qué argumentos clínicos y doctrinario-ideológicos tuvieron a la vista para proponer, entre otras indicaciones, el disminuir de 18 a 14 semanas la edad gestacional para poder realizar un aborto ante un caso de violación. En lo médico, sería bueno que se asesoraran o que sencillamente vieran una ecografía, o mejor aun una resonancia nuclear magnética, de un feto de 14 semanas. En lo doctrinario-ideológico es evidente que no han leído la infinidad de textos que inspiran a la DC y donde se establece que nuestro partido reconoce que la vida se establece al momento de la concepción.

Por lo mismo, estoy seguro de que muchísimos DC no compartimos la posición de los diputados mencionados, que en el fondo faculta el crimen de un ser inocente, que nada tuvo que ver con la bestial agresión de la que fue objeto su madre.

Estos diputados legítimamente pueden creer en su planteamiento, pero ellos no pueden olvidar que son parte de un partido político que fundamenta su accionar en el humanismo cristiano; el PDC, en tanto institución seria y responsable, debe definirse ante esta contradicción vital en el proceder de dos de sus diputados. El que la DC no sea un partido confesional no significa que no tenga valores y ética que le dan sustento a su propuesta.

Hay momentos en que bien vale perder votos y ganar coherencia.

Dr.Pedro García Aspillaga
Ex ministro de Salud

 

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Dictadura del relativismo, Cartas al Director El Mercurio

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30 de agosto

Señor Director:

Al final siempre se llega al meollo. Aunque le costó decirlo, para la Dra. Helia Molina, que fue ministra de Salud del actual gobierno, los derechos de la mujer a disponer del ser que está en el vientre materno están por sobre el derecho a la vida del ser ya concebido. En esa lógica que no es la de la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas, la discusión sobre el proyecto de ley de aborto no trae casi sentido y tampoco argumentar con el principio del doble efecto, y menos con el principio de la ética universal de que no se puede hacer un mal para que venga un bien. Si se justifica que una persona tenga derechos, aunque sea en casos extremos a disponer de la vida de otra, entonces también se encuentran razones para justificar otros atropellos a los derechos humanos (…)

 

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