CHILE está de duelo

FranciscoAstaburuagaSeñor director:

El terremoto ha puesto a Chile de duelo por la muerte hijos de nuestra patria y la destrucción de bienes y servicios, afectando especialmente a los más pobres. De igual forma estamos de duelo y con la bandera a media asta por la aprobación del aborto, dejando a la mujer y su hijo por nacer en flagrante desprotección. Es lamentable e impresentable que se privilegie la impunidad del violador y una vida de segunda categoría en el caso del niño por nacer. Y aún más desilusión han provocado los votos favorables de dos diputados de la DC, traicionando sus principios humanistas y cristianos. Es de esperar que la DC no concurra con sus votos en la comisión de constitución, pues es una burla que se diga que es válido un aborto a las 14 semanas cuando el feto está plenamente formado y es persona humana desde la concepción ( Declaración de principios DC). Con el aborto pierde Chile porque nadie sobra en nuestra patria.

P. Fco. Javier Astaburuaga O.

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Vaya y aborte, columna de Constanza Saavedra en Chileb.cl

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Publicado el 21 septiembre 2015

Desde aquel famoso discurso del 21 de Mayo, en que nuestra Presidenta anunció que enviaría el proyecto de aborto al Congreso, que en forma reiterada quienes defendemos la vida hemos dicho que iba a ser la entrada al aborto libre en nuestro país.

Un número equivalente de veces, quienes promueven el aborto han intentado demostrar que es un proyecto restrictivo, muy acotado a tres situaciones bien específicas.

No sé que tiene Chile tan especial y distintivo que haría que nuestro país fuera una excepción. Que aquí no ocurriría lo que a ojos vistas ocurre en todos los otros países. Donde un proyecto supuestamente restrictivo, nunca lo fue.

A base de engaños o porque algunos aún creen en el viejo pascuero, negaban cualquier posibilidad de que hubiera aborto libre en Chile… hasta este martes.

Este martes  la comisión de salud aprobó la idea de legislar sobre el aborto.


Se aprobaron las tres causales. Y quedó claro que los casos de aborto que no caigan en ninguna de las tres causales, no serán denunciados. Si no se denunciará ningún aborto, ¿para qué se molestan en legislar para tres causales?

El mensaje es claro. ¿No cae en una causal? No se preocupe, vaya y aborte.

Eso, aquí y en la quebrada del ají es aborto libre.

Peor aún, no sólo libre de causal, sino sin límite de edad gestacional. Cualquier mujer, por cualquier motivo y en cualquier momento de su embarazo, podrá abortar con impunidad. Incluso a niños sanos y viables.

Llama poderosamente la atención la tiranía y dictatorialismo del diputado Castro, que pese a varias peticiones de suspender la sesión, y a que es un proyecto de ley con urgencia simple, obligó a continuar hasta pasadas las cinco de la mañana. Uno no puede dejar de preguntarse si eso fue intencional.  Menos energía para la discusión.

Además de quedar como proyecto de aborto libre, se aprobó un plan de acompañamiento que es una falta de respeto. Al parecer ni el gobierno ni varios de los honorables diputados conocen el significado de acompañar. Es bien distinto a la consejería que se aprobó. El acompañamiento no puede tener un plazo determinado, se adecúa a las necesidades de cada mujer y no va en “canastas tipo”, como si todas fuéramos un robot al que se les hace un servicio parejo.

Llamar acompañamiento a una mera consejería es no entender la raíz de los conflictos de las distintas situaciones que atraviesan las mujeres.

Lo más preocupante de todo es que no veo por ninguna parte alternativas. Abortar y recibir unas consejerías prototípicas, o nada. ¿Dónde están las ayudas verdaderas a la mujer? ¿Dónde está el apoyo a la maternidad?  ¿Dónde está la voluntad de intentar siquiera que las mujeres salgan adelante, pero con sus hijos?

Constanza Saavedra Caviedes

Médico y editora de www.testimoniosporlavida.cl

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¿Aborto terapéutico? No me haga reír, Columna en Chileb.cl

Publicado el 15 septiembre 2015

A_UNO_484094-677x300Lo “terapéutico” es aquello que cura o alivia una enfermedad y sus síntomas. Este es su sentido etimológico, y también el sentido de la ciencia médica: devolver la salud, restablecer el equilibrio entre los principios del cuerpo para preservar la vida.

Por eso llama tanto la atención la expresión “aborto terapéutico”, ahora de última moda, por cuanto la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados acaba de aprobar esta causal para la despenalización del infanticidio intrauterino. La causal es todavía más curiosa, si se tiene en cuenta que todos los médicos suscriben el llamado “Juramento Hipocrático”, por el cual declaran que “jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura”. ¿Cómo se puede llamar, entonces, “terapéutico” a un aborto? Parece un contrasentido: la terapéutica consiste en salvar vidas, no eliminarlas.

La expresión “aborto terapéutico” es, en realidad, una estratagema destinada a engañar a la opinión pública, con objeto de hacer pasar un procedimiento médico que es de suyo correcto y lícito, por un aborto, intentando colar, de esa manera, que existiría “algún caso” de “aborto” que es “bueno”, y hasta humanitario.

El argumento es el siguiente: se dice que, cuando peligra la vida de la madre (ya sea por causa del embarazo, o por otra causa distinta de éste), el derecho debe proteger su vida y dignidad, y consecuentemente autorizar el aborto del niño para salvar la vida de la madre. Por esto sería necesario despenalizar el “aborto terapéutico”. Este razonamiento es falso y tendencioso, por las siguientes razones:

1) No existiendo otra alternativa, es moral y jurídicamente lícito realizar acciones positivas destinadas a salvar la vida de la madre (inocular un medicamento, operar, etc.), aceptando que de esta acción se deriven dos efectos: uno que se busca (la salud de la madre) y otro que no se busca, pero se tolera (la eventual muerte del hijo). Esto es lícito porque la acción del médico tiene por objeto salvarlos a los dos, no matar al niño. Dicho de otro modo: la única manera de salvar al hijo es salvando a la madre.

2) Lo anterior no es un aborto, ni menos terapéutico. Habría un aborto voluntario si la acción consistiera directamente en matar al niño, pero semejante cosa nunca puede ser propuesta como una medida terapéutica, no sólo porque sería inmoral y antijurídico, sino también porque no tiene valor terapéutico.

3) Para realizar acciones positivas destinadas a salvar la vida de la madre en el caso propuesto, no se requiere de una ley de despenalización del aborto, porque ya está permitido con la legislación actual. Así lo reconoció el Presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, hace unos días atrás en el informe que el máximo tribunal emitiera sobre el proyecto del Gobierno, al afirmar que “en la actualidad en Chile no se encuentra 2 proscrito el aborto terapéutico propiamente tal”.Carece, por lo tanto, de sentido invocar razones terapéuticas para impulsar una ley de aborto.

Todo esto es relativamente fácil de entender. Basta mirar la ley vigente para darse cuenta de que el médico no sólo tiene la potestad o derecho, sino también la obligación de actuar en estos casos para proteger la vida de la madre. porque de esa forma está actuando simultáneamente para proteger la vida del niño en su vientre. Lo que ocurre es que esto no es un aborto, porque lo que se busca no es la muerte del no nacido, sino la protección de la vida de ambos.

Y si es tan fácil de entender, ¿por qué hay abogados y hombres públicos defendiendo la consagración legal del “aborto terapéutico” que no es tal?

Porque esta es la forma de abrir la puerta legal al aborto de verdad, es decir, a situaciones en las que se actúa directamente sobre el niño, para darle muerte. Se trata de una estrategia ideológica: asociar el nombre de “aborto” a un procedimiento que es lícito, para instalar en el debate público la idea de que hay abortos que son buenos, y confundir al electorado y a la gente común.

¿Vamos a pisar el palito?

Raúl Madrid, Profesor Titular Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

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Universidades y aborto Carta al Directo, El Mercurio

7d0b50375eb018c65d414916925e128b_LSeñor Director:

Si algo ha dejado en claro el ya largo debate sobre el aborto, es que la criatura que se forma en el seno de la madre es indudablemente un ser humano a carta cabal. Para justificar pues el aborto, algunos han esgrimido la peregrina tesis de que si bien ese ser es humano, él entraría solo de manera progresiva en el goce de los derechos que le corresponderían como tal, hasta el punto de que si se pone término a su vida dentro de las primeras semanas de gestación, no se le violaría ningún derecho. Otros esgrimen los derechos de la mujer al uso de su cuerpo para justificar el hecho de matar a otro, lo cual, en este caso, no es sino un homicidio, pues tiene por víctima inocente a un ser humano.

Queda claro, pues, que para quienes defienden estas posiciones, los derechos humanos, comenzando por el derecho a la vida, no son atributos inherentes a la naturaleza humana, sino que su ejercicio y defensa pueden ser suspendidos y aun aplastados en determinadas circunstancias. ¿Qué queda entonces de la prédica oficial que considera a esos derechos como inherentes a la naturaleza humana? ¿Qué queda de la universalidad de las declaraciones más importantes sobre esta materia? Simplemente nada. De ahora en adelante, por lo visto, preparémonos, porque entra en vigencia de nuevo la afirmación de Baruch Spinoza, esto es, «que el derecho de cada uno se extiende hasta donde se extienda su poder».

Es duro apreciar cómo una sociedad como la nuestra acepta que se entre a discutir este punto, pero mucho más duro es apreciar cómo impunemente hay algunos que hacen de la libertad de cátedra universitaria un instrumento para hacer lo que no es sino la apología de un crimen. Séame, al menos, permitido protestar por tal abuso que hace de estas instituciones de educación superior verdaderas escuelas del crimen. Algo muy distinto de aquello para lo cual fueron creadas.

Gonzalo Ibáñez S.M.
Ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez

 

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