Gran fiesta ecuménica están organizando cristianos para llamar la atención del Parlamento en torno a la discusión que se genera para legislar.
En la plazuela del Museo Juan Pablo II, partirá el sábado la «marcha por la vida», organizada por el Arzobispado y organizaciones cristianas.
La cita es a las 11 horas, para participar en el encuentro ecuménico, al que han manifestado su interés en participar pastores luteranos y evangélicos, según lo comentó el arzobispo de Puerto Montt, monseñor Cristián Caro, quien invita a toda la ciudadanía a manifestarse bajo el lema » «Misericordia con el niño por nacer y compañía a la madre embarazada». La marcha tendrá la presencia de grupos pastorales, comunidades cristianas, organizaciones e instituciones que trabajan por la defensa de la vida, «la que se entiende desde la concepción hasta la muerte natural», recordó el prelado. Luego de caminar desde el Museo por las calles Diego Portales, Guillermo Gallardo, Antonio Varas, hasta llegar a la Plaza de Armas, se realizará la ceremonia en la que tres personas contarán sus testimonio. Entre ellas, Bernarda Gallardo, la madre adoptiva de niños abortados. Esta fiesta, que pretende ser un encuentro festivo, familiar, una gran fiesta de esperanza, tendrá la participación de jóvenes de Infancia Misionera y grupos musicales, convocándose a toda la ciudadanía para que esta marcha sea un «signo y testimonio de la fuerza por la vida», reafirma monseñor Caro. La convocatoria obedece a la necesidad de los cristianos a enrostrar el problema cuando se discute el proyecto de ley que pretende despenalizar el aborto.
«Queremos dar testimonio público de que la vida siempre debe merecer ser defendida especialmente la vida de los más débiles, los más indefensos, como el niño que se gesta en el vientre y promover el acompañamiento de las madres que están en embarazo difícil y hay organizaciones que trabajo con eso, acompañándolas», dijo Caro, recordando el protocolo existente cuando un médico se enfrenta a un parto difícil, el que exige luchar por ambos en difícil momento, «pero no hay intención ni intervención directa para destruir una vida», recalca monseñor, insistiendo que ante este protocolo no se requiere una ley de aborto.
Fuente: El llanquihue