La reciente votación en la Comisión de Salud del Senado aprobando la idea de legislar de la ley de aborto podría desanimarnos. ¿Cómo puede ser que la defensa irrestricta del derecho a la vida haya llegado a ser patrimonio de los políticos de derecha? Si hay algo que desde siempre caracterizó a la Democracia Cristiana fue la defensa de la vida inocente. Se vio, de manera ejemplar, en los años de la Dictadura, defendiendo los derechos humanos, y constituye un rasgo fundamental del Partido. Ello quedó además refrendado en el V Congreso Ideológico, que tuvo lugar entre 2006 y 2007 y que tuve el honor de coordinar, en calidad de Presidenta de la DC. Al respecto señala: “Reconocemos la naturaleza espiritual y trascendente del ser humano, concebimos la vida como una identidad continua desde la fecundación hasta la muerte natural. La libertad e igualdad en dignidad y derechos con que nacen todos los seres humanos es compartida por los seres humanos que están por nacer. Por eso, defendemos su vida. El aborto es un atentado al derecho a la vida de cada ser humano”.
Esta definición a favor de la vida sigue vigente. Si alguien quisiere cambiar el rumbo del Partido Demócrata Cristiano en un punto tan fundamental, tendría que partir por proponer un nuevo congreso ideológico, donde las bases partidarias tengan la oportunidad de ser escuchadas, porque significaría introducir una ruptura en una línea de pensamiento y acción que ha marcado la entera historia de nuestro partido. No hay otra instancia del PDC que pueda cambiar esta definición.
Pero no todo está perdido, porque ahora se presenta una gran oportunidad para estudiar seriamente este tema en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia y en la Sala del Senado. Tenemos grandes esperanzas.
En especial, los debates permitirán despejar algunas confusiones en que han caído quienes, con la mejor voluntad, han manifestado su apoyo al proyecto. La más grave es la de pensar que aquí estamos ante unos casos muy excepcionales, donde simplemente se ha decidido despenalizar el aborto.
Esta no es una ley de despenalización, como se puede ver por una serie de determinaciones que lo acompañan, que van desde la forma en que se acredita la violación hasta las múltiples exigencias que se imponen a los establecimientos hospitalarios que se niegan a colaborar. Además, una cosa es despenalizar una conducta que produce daño sólo al sujeto que la ejecuta, y otra muy distinta dar a unas personas la posibilidad de disponer impunemente sobre vidas humanas inocentes.
Por otra parte, los partidarios del aborto en esas tres causales han presentado las cosas como si la posición de defensa de la vida implicara encarcelar a las mujeres que, en un momento de desorientación, han recurrido al aborto. Hay, por cierto, muchas otras posibilidades de tratar esos casos sin necesidad de recurrir a la prisión de la mujer. De eso habrá que hablar en el Senado, de manera serena, con altura de miras y, lo que resulta fundamental, sin acudir al recurso fácil de deshacerse de quienes carecen de voz para defenderse.
Fuente: Latercera.cl