Señor director:
Respondiendo los comentarios de Miguel Kottow a mi columna, es importante notar que existe un consenso más o menos extendido acerca del número de abortos clandestinos. Hasta hace poco, era motivo de controversia. Es cierto que la cifra exacta no es conocida, pero las mejores estimaciones los sitúan entre 13 a 18 mil. Por cierto que mientras exista al menos uno, debemos redoblar esfuerzos por prevenirlo.
También me alegra que estemos de acuerdo en que no hay impedimento para que el médico salve la vida de la madre si está en peligro durante su embarazo. Nuestra legislación prohíbe los actos “cuyo fin” es provocar un aborto, pero no penaliza aquellos cuya finalidad es un acto bueno, como resguardar la vida de la embarazada.
Otra de las míticas frases que nadie defiende, “Chile es parte de los cinco países que prohíben completamente el aborto”, ha quedado sepultada por el Centro de Derechos Reproductivos, ONG pro aborto que agrupa a nuestro país con otras 66 naciones que tienen legislaciones similares.
Es importante resaltar la exigencia sobre la realidad de los niños con Síndrome de Down en nuestro país. No debemos contentarnos con tener una legislación que no los mata, sino que debemos avanzar en garantizar su cuidado. Esa sí es una cultura del progreso, provida.
Gracias a los comentarios del profesor es posible ver que muchos argumentos que el proyecto utiliza para su justificación son insostenibles. Costará que se siga promoviendo el aborto como medio para evitar el sufrimiento de las mamás cuando existe malformación del niño, o en caso de violación, porque como expresó mi interlocutor “es un poco liviano” decir que es un tratamiento para la salud mental de la madre.
Es de esperar que se discuta en el Congreso la gran disyuntiva que compartimos: cómo resolver el problema de los abortos clandestinos, no promoverlos. Propongo prevenir el aborto apoyando a las madres vulnerables. Me parece la alternativa más humana y digna.
Jorge Acosta
Director Ejecutivo
Instituto Res Publica
Publicado el 20 de febrero. Original