La violación y consecuente embarazo de una niña de 13 años por su padre en Carahue fue excusa para que un par de parlamentarios colocara en la mesa de discusión nuevamente el “aborto terapéutico”. El niño venía con serios problemas de viabilidad pero, contradiciendo todos los pronósticos y la misma propuesta parlamentaria, logró sobrevivir. Es de esperar que supere sus dolencias y se desarrolle normalmente. Como sea, ya le torció la mano a los malos diagnósticos y, mostrando gran fortaleza, logró sortear los primeros obstáculos.
Si ya la violación es una experiencia traumática, le ahorraron a la menor de edad una segunda atroz experiencia al dejar que la naturaleza siguiera su curso y el niño naciera. Una buena lección y tapaboca para quienes lanzan irresponsablemente dictámenes apresurados de “inviabilidad” donde existe una vida que lucha por imponerse.
E incluso aunque el niño hubiese nacido muerto: dejemos que la naturaleza siga su curso y procuremos los medios para un desarrollo normal del embarazo y posterior parto. Muchas madres agradecen el curso de gestación hasta su final ya que les permite hacer un duelo y despedir a quien han llevado por ocho o nueve meses en su seno.
La defensa de la vida no admite excepciones. La vida comienza con la concepción y termina en su ocaso natural. Y no sólo debemos defender la vida gestada, sino acompañar y apoyar afectiva y monetariamente a las madres durante el embarazo y luego del nacimiento. De poco sirven las frases grandilocuentes en esto de “la defensa de la vida” si no se apoya con recursos a las madres embarazadas y luego del parto. El apoyo a la vida debe ir acompañado de medidas concretas, que se vean y espanten así la tentación del aborto. los abortos desaparecen si hay apoyos concretos a los embarazos no deseados.
Hay adelantos en esta materia: el aumento de la cobertura en el pre y postnatal, la mayor asistencia a madres embarazadas solteras o abandonadas, aumento y mejora de jardines infantiles. Se trata de medidas concretas que van en favor de la vida. Pero falta. Ninguna mujer puede sentir que traer vida es una tragedia. Al contrario. Engendrar vida siempre es un bien con el cual se puede salir adelante. El drama de Carahue dejó en evidencia la precariedad y riesgo en que viven muchas mujeres en Chile. Eso es lo que hay que abordar y no proclamar irresponsablemente medidas parche como es el aborto que de nada le sirve ni a esa ni a ninguna otra niña.
Junto con ello, se deben castigar efectivamente delitos de esta naturaleza. Es allí donde se deben poner los esfuerzos y no desviando la atención en cuándo matar al niño engendrado. El mundo al revés.
Aprovecho para felicitar a tantas madres solteras, solas, abandonadas, que cargan con un niño que no desearon ni planificaron pero que, con el correr del tiempo, han aceptado y acogido. Muchas lo han asumido como propio; otras, lo han dado en adopción. Como sea se trata de personas que hoy viven, crecen, se desarrollan. Sólo requieren el apoyo de la sociedad. Y no que se busque acabar con ellas.
Padre Hugo Tagle
Fuente: Publimetro.