Este lunes 3 de agosto a las 20:00 horas en la capilla de la Casa Central de la UC, se realizará una misa y adoración al santísimo para orar para que en Chile no se apruebe la Ley de Aborto.
Este lunes 3 de agosto a las 20:00 horas en la capilla de la Casa Central de la UC, se realizará una misa y adoración al santísimo para orar para que en Chile no se apruebe la Ley de Aborto.
El pasado 24 de julio se realizó en la comuna de Los Alamos perteneciente a la provincia de Arauco una, velatón por la vida, organizada por la organización Cristianos por la Vida que reunió a gran cantidad de personas que están en contra del la legalización del aborto en Chile.
En el marco de la votación de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, programada para el día 4 de agosto, el Centro de Bioética de la Facultad de Medicina UC ha dado a conocer la siguiente declaración.
El documento del Centro de Bioética ha sido firmado por los siguientes académicos: Paula Bedregal, Mauricio Besio, Marisa Bustos, Gloria Durán, Ma. Alejandra Florenzano, Rogelio González, Ximena González, Padre Cristián Hodge, Luis Jensen, Rodrigo López, Jorge Martínez, Lorena Mosso, Jorge Neira, Patricia Olivares, Leonor Palomer, Iván Pérez, Juan Andrés Prato, Paulina Ramos, Alejandro Serani, Beatriz Shand, Paulina Taboada, Andrés Valdivieso e Ivonne Vargas.
Con ella los académicos firmantes aspiran a aportar elementos de juicio acerca de un problema que afecta a nuestra sociedad, y que va más allá de las discusiones legislativas.
Señalan que el aborto es una realidad dramática que afecta dolorosamente a toda la sociedad. Nuestra sociedad ha sido renuente en reconocer y asumir esta realidad.
A lo largo de sus 39 puntos los académicos invitan a asumir de modo responsable las causales y condicionantes del aborto provocado y a cuestionar nuestros comportamientos y creencias.
La declaración aborda críticamente la limitación e inconveniencia de las legislaciones liberalizadoras del aborto, e invita a situarse más allá de las teorías e ideologías sociales que han intentado dilucidar el origen del mal social y de suprimirlo, llegando las más de las veces a resultados exactamente opuestos. Afirma que las legislaciones liberalizadoras relativizan el valor y la inviolabilidad de la vida del niño en gestación, asignando a los profesionales de la salud un acto contrario a su profesión, y que la condición de posibilidad de una convivencia civilizada descansa sobre la convicción compartida de que tanto los ciudadanos como el Estado se obligan a no ejercer violencia sobre víctimas inocentes, cualesquiera sean las circunstancias.
Los académicos plantean como prioritario abordar y trabajar sobre los temas de la violencia en sus diversos niveles, de los modos de vivir la sexualidad y del apoyo que necesitan hoy los padres en su labor formativa. La violencia hacia los inocentes, agregan, es parte de los problemas que tiene una sociedad y no de sus soluciones. Llaman por lo tanto a hacerse cargo de los graves problemas que conducen al aborto, y que nos afectan como personas y como grupo.
Los académicos, fundados en el patrimonio de sabiduría antropológica y ética de la humanidad, afirman el valor eminente de la vida humana en general y de cada persona humana en particular. Los académicos recalcan la bondad y la belleza contenida en todos los seres de la naturaleza, pero no dejan de reconocer la temible potencialidad de daño, maldad, deformidad e injusticia que la humanidad puede introducir. Esta constatación hace que hoy exista más conciencia no solo de la grandeza de cada vida humana, sino también de su vulnerabilidad. La vida es don frágil, afirman, y la tarea de la humanidad consiste en apreciar, celebrar y cuidar ese don, para que crezca y fructifique, pero también consiste en velar para que esta dádiva no se malogre entre las manos mismas de esta humanidad.
En los puntos conclusivos de la declaración, se asevera desde una sabiduría antropológica y ética acumulada refrendada en nuestros días por la experiencia histórica y por las más solemnes declaraciones internacionales y del modo más enfático, que ningún ser humano puede poner una mano homicida sobre la vida de otro ser humano inocente, y bajo ninguna circunstancia. Sobre esta norma fundamental descansa la salud ética y política de toda vida comunitaria. Los académicos hacen ver que para que pueda existir una discusión honesta entre personas, el respeto hacia la vida y las acciones del otro tiene que estar presupuesto; por ello el derecho a la vida de un inocente se reconoce y se respeta.
El Centro de Bioética estima que de modo muy concreto y trágico, nuestra comunidad nacional experimentó en décadas pasadas las derivas perversas que resultan cuando un grupo de personas se siente autorizado a disponer de la vida de los demás. Las huellas de estas heridas se encuentran todavía, entre nosotros, lejos de cicatrizar. Por ello no les parece en absoluto saludable para la conciencia ética de una nación, la descriminalización del aborto y su ulterior transformación en una prestación de salud. Se estaría frente a un retroceso en la vía de ampliación de la conciencia ética de un pueblo
La declaración del Centro de Bioética se refiere brevemente a la situación de los profesionales de la salud, en el contexto de una legalización del aborto pensamos que una acción médica viene determinada por la naturaleza misma de las cosas y que no compete al Estado sustituir al arte médico en tal determinación. No corresponde al profesional de la salud actuar procurando la muerte de un ser humano, en calidad de agente del Estado afirman los académicos.
Los miembros del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Chile llaman finalmente a dialogar y trabajar unidos para conseguir diagnósticos compartidos, armonizar sentimientos y emprender acciones mancomunadas en orden a una justa y verdadera solución. Una solución que encamine hacia la unidad y no hacia la división.
«Pensamos por último que una acción médica viene determinada por la naturaleza misma de las cosas, y en virtud del reconocimiento que los profesionales y expertos realizan. No compete al Estado sustituir al arte médico en tal determinación. El personal médico debe realizar actos médicos por indicación médica y no por indicación estatal. No corresponde al profesional de la salud actuar procurando la muerte de un ser humano, en calidad de agente del Estado. Máximamente cuando se trata de una acción no médica que contraría directamente los principios éticos de la profesión. (…)»
Ver declaración completa – archivo .PDF
Fuente: Prensa UC
A Bernardita Vial le ha tocado muy de cerca el debate sobre la despenalización del aborto en Chile. Mientras se debate la nueva ley, ella vivía los últimos meses de un bebé con anencefalia, que murió a los 40 minutos de nacer. El mismo día de su entierro, recibió una carta del Papa Francisco en la que le agradece su testimonio de amor a la vida.
El Papa Francisco ha vuelto a poner luz en el debate sobre el aborto. Esta vez en Chile, al escribir una carta a la madre de un niño con anencefalia.
Bernardita Vial había escrito al Santo Padre contándole que estaba esperando un hijo que, al carecer de un cerebro y un cráneo bien desarrollados, seguramente moriría a los pocos minutos de nacer. En su respuesta -según informa revista Alfa y Omega de España-, el Papa le dice: «He recibido su carta, en la que percibo la fortaleza con la que está afrontando este período de su vida, ciertamente especial: son momentos difíciles. Le agradezco de corazón este gesto de confianza. Que el Señor le pague la delicadeza de enviármela. Le agradezco su testimonio. Me conmueve y me hace bien su amor de madre y su coherencia de vida».
«Le aseguro –continúa el Pontífice– que cuenta con mi cercanía y oración. Pediré por usted y por su familia, así como también por los que comparten el compromiso cristiano en favor de la vida, en cualquier circunstancia en la que se encuentre y le diré al Señor que la siga fortaleciendo, que su presencia sea su fortaleza en estos momentos y le ayude a ser testigo del amor misericordioso de Dios para quienes pasan por similares circunstancias. Y, por favor, le pido que no se olvide de rezar por mí. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide».
La carta del Papa, según informa el medio español, está fechada el 2 de mayo, pero Bernardita la recibió el 13 de mayo. Era, providencialmente, el mismo día que enterraba a su hijo José, nacido dos días antes. José sólo vivió 40 minutos fuera del vientre de su madre, pero tuvo la oportunidad de ser bautizado.
Libres para amar y no para matar
La historia de Bernardita, José y su familia ha encontrado un eco especial en Chile. A finales de enero, el Gobierno de Michelle Bachelet presentó una propuesta para despenalizar el aborto en caso de riesgo para la salud de la madre, violación e inviabilidad del feto. La anencefalia que padecía José es uno de los casos extremos que se citan con más frecuencia para justificar el aborto eugenésico. El comienzo de la tramitación de la ley ha coincidido con los últimos meses del embarazo de Bernardita.
Cuando estaba embarazada de 25 semanas, Bernardita quiso compartir con la comunidad su experiencia y lo hizo escribiendo una carta que fue publicada el 11 de febrero por el diario El Mercurio. Su texto es el siguiente:
“Señor Director:
Hay dos maneras de mirar la vida. Tengo 25 semanas de embarazo. A las 13 semanas, se le diagnosticó a mi guagua “acraneo-anencefalia”; una vez que nazca, morirá. Fueron semanas difíciles, y como dice Mariela en su carta del 05/02/2015, difícil es que otros puedan entender la angustia e impotencia que se siente. Es un sufrimiento que se vive bien sola. El diagnóstico no cambiará. No vendrá un cráneo y un cerebro a posarse en la cabecita de mi guagua, pero mi disposición frente a este “sufrimiento” (en mi caso gracias a la fe) sí cambió, y con esto me cambió la vida.
Hoy vivo el mismo sufrimiento, pero sufrimiento de vida y no de muerte. Salgo de las ecografías llorando, pero de emoción, no de desesperación. Puedo sentir a mi guagua, tiene nombre, se llama José. Y para mí (para nadie más), ya nació. Vive dentro de mí y lo más lindo, es que vive por estar unido a mí. Para el resto del mundo, José nacerá en abril. Ahí podré abrazarlo, quererlo, conocerlo y será parte de mi familia para siempre. José no sufrirá ni tendrá penas. Yo lo hice y lo estoy haciendo en su lugar. No hay nada más satisfactorio para una madre que eso.
Ahora estoy en paz; pensé que nunca volvería a estarlo. Mi doctor me lo advirtió. Vendrá un tiempo de shock, de rabia y luego vendrá la paz. Yo ya pasé la barrera de las dos primeras. Invito a Mariela y a todas las madres a regalarles vida a sus hijos y no muerte. Pensar en ellos y no en nosotras. Aprovecharlo y no perdérselo.
Invito a la Sra. Bachelet a hacer conciencia de que, despenalizando el aborto, nos estaría impulsando a miles de madres a tomar una decisión de vida o muerte en un minuto en que nuestras cabezas se encuentran viajando por otro planeta. Y cuando volvamos, ya habremos abortado… y no habrá vuelta atrás. Pasemos la barrera de la angustia. ¡No tomemos decisiones arrebatadas! Después viene la paz ¡y nos sentiremos heroicas!
Bernardita Vial de Bärthold
Santiago, miércoles 11 de febrero de 2015.”