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Manifestaciones por la vida en todo el país
Luz verde al aborto libre
Carta al director del Mercurio, Jueves 30 de Julio.
Los diputados de la Democracia Cristiana Víctor Torres y Matías Walker justifican el aborto en los casos de violación, de peligro para la vida de la mujer y de previsión de que el niño nacido vivirá poco tiempo. Lo justifican basados en el dolor de la mujer que se encuentra en esos casos y afirman que, aprobando una ley que permita el aborto en esas situaciones, de ninguna manera se quiere aprobar el aborto libre. En un Estado de Derecho democrático, como es el de Chile, el dolor de una persona no justifica matar a otra persona que tiene derecho a la vida, sobre todo, si esta otra persona es absolutamente ¡nocente de ese dolor. Muy grande es el dolor de una mujer a quien un criminal ha matado a su marido o a su querido hijo; pero si esa mujer, movida por ese dolor, matara al criminal, cometería un homicidio penado por la ley, porque el Estado de Derecho en Chile sigue reconociendo al criminal como una persona, sigue reconociendo su derecho a un justo juicio y, aun declarado culpable, continúa reconociendo su derecho a regenerarse. Por eso en nuestro país no rige la pena de muerte.
En la vida social, muchas personas son causa de dolor para otras. Pero esto no lo resuelve el Estado de Derecho permitiendo matarlas, sino discerniendo lo que es justo hacer por medio de sus tribunales de justicia. En el caso de la mujer embarazada, en las tres situaciones indicadas, el Estado de Derecho debe dictar leyes que resuelvan el dolor de la mujer, asistiéndonla y acompañándola en todo lo necesario, pero siempre defendiendo el derecho a la vida del niño que está en su seno.
Me resisto a creer que los diputados Torres y Walker estén aprobando un homicidio o una violación de los derechos. Si ellos están de acuerdo con el aborto en los tres casos indicados, es porque no le reconocen al niño en gestación el derecho a la vida. No le reconocen a ese niño el estatus de persona como sujeto del derecho a la vida y lo consideran una cosa gue se puede extraer del vientre materno sin violar ningún derecho. Lo mismo se diga de sus colegas parlamentarios que aprueban la ley de aborto y de todos los ciudadanos que están de acuerdo con esa ley. Pero, si no tiene derecho a la vida el niño en el seno materno en esos tres casos —dentro del límite, fijado por ahora de manera completamente arbitraria, de las 18 semanas de gestación—, no lo tiene ningún niño que se encuentre en el seno materno, en cualquier otro caso. Así se ha quitado el principio que defiende la vida del niño en gestación, que es su estatus de persona humana, y se ha abierto la puerta al aborto libre. Pronto no se verá por qué el límite de 18 semanas no pueda extenderse a 19, o 20, o 21 y así sucesivamente hasta poco antes del nacimiento. Este es el camino que ha tenido la ley de aborto libre en los países donde rige. Esto lo saben bien los diputados Torres y Walker. Lo saben, sobre todo, sus colegas parlamentarios que están de acuerdo con el aborto libre y apoyan el proyecto que lo restringe a los tres casos como un paso hacia ese objetivo. Deben saber, entonces, los diputados Torres y Walker, y otros que como ellos piensan aprobar el aborto restringido a aquellos tres casos, que con su voto favorable estarán dando luz verde al aborto libre.
Yo soy un obispo de la Iglesia Católica y, por mi fe en Dios como Creador exclusivo de la persona humana, destinada desde el momento de su concepción a la vida eterna, estoy contra el aborto en toda circunstancia. Pero el razonamiento expuesto más arriba no se basa en mi fe cristiana, sino en el principio racional del derecho a la vida de toda persona, derecho que está en la base del Estado democrático que es Chile. La aprobación de la ley de aborto sería verdaderamente un retroceso para el país.
+ FELIPE BACARREZA RODRÍGUEZ
Obispo do Santa María do Los Ángeles
Obispos promueven derecho humano a una vida digna para toda persona
En la última sesión de la 109ª Asamblea Plenaria, las autoridades de la Conferencia Episcopal entregaron los primeros ejemplares de su mensaje a un grupo de laicas y laicos de agrupaciones de defensa de la vida humana. Posteriormente, dieron a conocer el texto en una conferencia de prensa.
En su mensaje, los obispos afirman que una actitud auténticamente humanista y verdaderamente cristiana mirará siempre, en estos casos, la vida, la dignidad y el mayor bien de la madre y de su hijo, y jamás la exclusión y supresión deliberada de uno de ellos.
Valorando el rol de las instituciones democráticas llamadas a discernir, a estudiar y a decidir las leyes, los obispos buscan contribuir a una reflexión y diálogo que esperan se realice con respeto, “sin prejuicios, descalificaciones ni caricaturas, recordando lo que nos ha enseñado la historia acerca del derecho a la vida, y buscando siempre acercarnos a partir de lo que nos une y reconociendo aquello que hay de bueno y verdadero en las posiciones contrarias”.
El mensaje reitera que la Iglesia Católica reconoce, respeta, defiende y promueve el valor de la vida y la dignidad de la persona humana como un fundamento esencial e irrenunciable de la vida en la sociedad. Al mismo tiempo, promueve el derecho a la vida de la persona humana, sin discriminación alguna, desde la concepción hasta su muerte natural. Pero este derecho no se reduce a estos dos momentos: “supone procurar como sociedad, además de prohibir todo atentado injusto contra la vida inocente, para todas las personas y sus familias, sin ninguna exclusión, las condiciones de vida acorde con su dignidad personal: vivienda adecuada, educación de calidad, trabajo decente, remuneración justa, medio ambiente favorable a la vida, oportunidades de desarrollo integral, etc. Al respetar y promover la vida humana, en todas sus dimensiones, rechazamos el aborto, como asimismo las escandalosas e injustas desigualdades sociales, la usura, la eutanasia y la discriminación arbitraria”, manifiestan los pastores.
Tres causales, dolor vivido al límite
Los obispos expresan que las tres situaciones que plantea el proyecto son excepcionales y dramáticas, donde el dolor se vive al límite: “El aborto en ningún caso aporta sanación a dichas vivencias traumáticas. El aborto nunca es terapéutico”.
Afirman que no constituye aborto la acción de suyo terapéutica para salvar la vida de una madre en peligro, cuando no busca eliminar directamente la vida de la persona concebida, aunque su muerte sea una posibilidad prevista, aunque no querida o buscada.
Sobre los casos de “inviabilidad del feto”, admiten que presentan desafíos éticos mayores. Aunque el respeto a la vida y la dificultad de un certero diagnóstico impiden fundamentar la necesidad del aborto para estos casos, los obispos hacen presente que esto no reduce el drama personal de mujeres y familias que viven un proceso doloroso que podría derivar en la muerte prematura del hijo. Y piden centrar los esfuerzos en procurar programas de acompañamiento y acogida para las madres y sus familias en estas dolorosas situaciones.
Frente al embarazo de una mujer violada, a los obispos no les parece “humano” dejarla sola en el drama que ha sufrido, y tampoco consideran “humano” privar de la vida al más indefenso e inocente, que es su hijo. Abogan por un Estado y una sociedad activos y presentes junto a la mujer agredida, ofreciéndole caminos y ayuda para que ella u otra familia puedan acoger a un ser humano vivo e inocente. “Creemos que ‘despenalizar el aborto ante situaciones de violación es renunciar a la tutela de los más débiles e indefensos, y un acto de rendición del Estado ante el flagelo de la agresión sexual a mujeres, un drama respecto al cual Chile todavía está en deuda, porque ni los gobiernos ni la sociedad en su conjunto hemos podido abordar y superar este mal en su raíz”.
Por una sociedad sin exclusiones, sin personas descartables
A juicio de los obispos católicos, sin adecuados programas integrales de educación sexual orientados hacia el amor y el respeto de toda vida humana, “difícilmente avanzaremos en una educación humanizadora como escuela para la vida”.
Animados a “trabajar por una sociedad sin exclusiones”, los pastores no quieren “sumar niños no nacidos a la lista no pequeña de personas y grupos que Chile deja fuera de su mesa y que, como ha dicho el papa Francisco, son como seres ‘descartables’”.
Los obispos invitan, tanto “a quienes ayer promovían junto a la Iglesia la defensa de la vida y dignidad de los perseguidos políticos” como a quienes hoy se oponen al aborto, a ser consecuentes promoviendo la vida y la dignidad humana siempre y en toda circunstancia.
La declaración concluye invitando a los católicos a reflexionar a partir de “un sereno discernimiento en la tierra sagrada de su conciencia”, a dialogar estos temas en sus comunidades y con otros actores sociales en sus ambientes.
El Mensaje está firmado por todos los obispos de la Conferencia Episcopal y fechado el 25 de marzo de 2105, solemnidad de la Anunciación del Señor, día del niño por nacer y de la adopción, y fue dado a conocer este viernes 17 de abril, en el contexto de la conclusión de la 109ª Asamblea Plenaria del Episcopado, realizada en Punta de Tralca.
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