Señor Director:
La votación de la senadora Goic aprobando el proyecto de ley de aborto nos deja pensando. ¿Qué queda de la Democracia Cristiana de Eduardo Frei Montalva o Bernardo Leighton cuando la presidenta misma del partido se une a Guido Girardi y Fulvio Rossi y aprueba las tres causales? Toda vida era sagrada para los fundadores de la DC (y lo mostraron en los hechos), pero muy especialmente la no nacida. Y así lo había reafirmado el V y último Congreso Ideológico del partido.
Es inevitable, entonces, que surja una pregunta incómoda: si se impone la línea de la senadora Goic, ¿qué distinguirá, de ahora en adelante, a esta DC descafeinada del PPD de Girardi o del PS de Rossi? Las fundamentaciones que han dado esos parlamentarios nos dan pistas importantes. Para Girardi la cosa es muy simple: «Desde la biología, el óvulo fecundado no es persona humana». Genial descubrimiento intelectual. Lástima que se le olvidó aclarar que desde la biología, tampoco él o yo somos personas, pues se trata de una noción que no se extrae de los microscopios o los laboratorios.
Fulvio, en cambio, se puso filosófico: para él los valores son subjetivos, de modo que resulta disparatado que el Estado imponga algo en un tema que «es de cada uno». Menos mal que solo lo aplica al aborto, porque si extendiéramos este razonamiento a la pedofilia, la tortura o el respeto a la vida de los senadores nos podríamos ver en problemas.
¿Y qué hace la senadora Goic? Tomó algunas ideas del informe de la comisión oficial de la DC, que había hecho un trabajo muy serio sobre el tema (y que, por supuesto, no era favorable al aborto), pero dejó de lado las conclusiones y terminó dando su apoyo a las tres causales en un magnífico juego pirotécnico, que incluyó citas a las palabras de un cura y, como era de esperar, abundantes alusiones a valores propios del humanismo cristiano. Una homilía perfecta.
La verdad es que si yo fuera una criatura de tres meses de gestación, preferiría que me abortaran al modo de Guido o de Fulvio. Con todas sus inconsistencias, me parece mucho más honrado. Porque si a uno le van a cortar la cabeza, es preferible que no lo hagan mientras le echan encima toda esa agua bendita que derramó la senadora Goic el martes pasado.
Joaquín García-Huidobro