Validar la adopción como alternativa al aborto requiere crear un sistema que proteja a la mujer y al niño, que sea capaz de sostenerlos y permitirle a ese niño tener pronto una familia
Ximena Calcagni
EL ABORTO es una realidad en Chile. Pero, ¿qué ofrecemos hoy como sociedad a una mujer en conflicto con su embarazo? Muy poco. Hace más de veinte años acogemos a mujeres que por distintos motivos, y con gran dolor, sienten que no pueden hacerse cargo de ese hijo, o por razones que no juzgamos, no quieren hacerlo. Les mostramos la adopción como una alternativa válida que les permitirá a ellas y a sus hijos seguir adelante. Pero falta mucho, porque mientras subsista culturalmente una actitud de condena y castigo hacia la madre que cede a su hijo, asimilando su decisión al abandono, las mujeres no serán libres para optar por la entrega. Cuántas veces ellas han escuchado: “Ni los animales abandonan a sus crías”.
Las cifras nos muestran que del total de mujeres que son acogidas y acompañadas en su proceso de discernimiento, más del 70% decide quedarse con sus hijos. Entre ellas mujeres violadas que asumen su maternidad. Mientras que en los casos en que optan por ceder a sus hijos, estos niños muy pronto tienen a través de la adopción una familia definitiva.
Esto sólo es posible en un contexto de apoyo afectivo y profesional. Un embarazo en conflicto es sinónimo de una mujer sola y en extremo vulnerable que sólo será capaz de seguir adelante con el apoyo de sicólogos, asistentes sociales y abogados en un proceso que le permita evaluar todas las alternativas, y luego de ello decidir si asume a su hijo, o lo entrega en adopción.
¿Qué posibilita que sean capaces de continuar con su embarazo y ceder a ese hijo? Algo tan simple como reconocer la vida. Las hemos escuchado tantas veces decir: “Estoy dispuesta a que mi hijo viva, aunque sé que no va a estar conmigo”. Un testimonio que lejos de ser sinónimo de abandono, da cuenta de un enorme acto de amor, pues no sólo le están dando a ese niño la vida, sino también la posibilidad de tener una familia donde recibirán el amor y el cuidado que ellas no pueden darles.
Y en ello estamos todos involucrados. Porque mientras sólo celebramos a quienes adoptan, seguimos condenando de manera brutal a quienes entregan. Cuando está en riesgo la vida no pueden haber juicios, sólo la capacidad de ver a mujeres en una situación límite. Empatizar con su dolor y desde ahí legitimar la entrega de su hijo.
Validar socialmente la adopción como alternativa al aborto requiere crear un sistema que proteja a la mujer y al niño, que sea capaz de sostenerlos, cuidarlos y permitirle a ese niño tener una familia lo antes posible. Es decir, un sistema de salud capaz de acoger a una mujer en conflicto con su maternidad, sin sancionarla, así como un sistema judicial que dé las condiciones para que una mujer pueda libre, responsable y reflexivamente ceder.
La adopción es un regalo, un don y una gracia. Permite dar y transformar la vida de un niño, da la posibilidad de hacer familia y le permite responsablemente a la mujer no hacerse cargo de un hijo cuando no se siente capaz, dándole la alternativa de asumir responsablemente la maternidad desde la cesión. Y ese sí que es un acto de amor.
Diario La tercera / 08/06/2015