Para algunas mujeres el embarazo puede suponer enfrentarse a un drama, sea porque el hijo es diagnosticado con alteraciones congénitas de mal pronóstico vital, o porque es un embarazo producido por una violación. La forma en cómo respondamos a este drama como Estado refleja nuestros valores más profundos y nuestra concepción de sociedad.
Desde una perspectiva de derecha, el principio mayor es la maximización de la felicidad individual, para lo cual cada uno tiene derecho a hacer lo que se quiera con tal de que se respeten los derechos de otros a hacer lo mismo. Para la teoría libertaria de los derechos se descarta toda ley que requiera que unas personas ayuden a otras como imponer impuestos para la redistribución de la riqueza. Esta mirada liberal llevada al drama de los embarazos mencionados al inicio conduce a la solución fácil, machista y conservadora del aborto que preserva las situaciones de abuso de la mujer, se le da la espalda a la mujer y responsabiliza a ésta de “resolver su problema”.
Sin embargo, citando al reconocido escritor inglés John Donne, “ningún hombre es una isla… la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto, nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
En la tradición social cristiana, además de la preocupación permanente por los más vulnerables -en este caso la madre y el hijo-, también siempre hemos reivindicado los lazos que nos unen como comunidad, y que por tanto nos hace corresponsables y solidarios con el dolor del otro. Personas, comunidad y bien común son de la esencia del acervo humanista cristiano que se interrelacionan de un modo total, por lo que se nos reconoce como personalistas y comunitarios. ¡No podemos dejar solas a las mujeres que enfrentan estas situaciones dramáticas! Creo que siempre habrá una salida para acoger el dolor sin aumentarlo más y acompañar desde el respeto a la dignidad de la vida humana.
Por ello, junto a un grupo de académicos, ex ministros de Salud y especialistas médicos hemos preparado un proyecto de ley sobre acompañamiento a madres con embarazos en estas situaciones complejas, que desde el reconocimiento del Estado de su obligación de garantizar la integridad física y psíquica de la madre, su familia y su hijo no nacido, propone un programa de atención sanitaria integral y de acompañamiento a madres, padres y otros familiares del círculo cercano.
Una institucionalidad que autorice el aborto como medio de solución al problema planteado, implica una declaración de derrota de la búsqueda de sistemas de soluciones que hagan más llevadero estos casos para la mujer, en tanto implica una privatización del problema a cargo de la propia mujer. La principal finalidad es acompañar a la madre y a su pareja y/o familia a vivir del modo más humano y solidario posible un embarazo de estas características. En palabras del Papa Francisco, el ideal humanista cristiano “nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos”.