Carta al Director en El Mercurio
Nicolás Monckeberg, Diputado
Señor Director:
El doctor Fernando Zegers, en su columna publicada el viernes 19 de febrero, junto con emplazar a los legisladores a votar a favor del aborto, realizó una serie de afirmaciones que es necesario refutar.
En primer lugar, recurre al fácil recurso de rechazar la posición de sus contradictores atribuyéndola a una mera postura religiosa. El aborto no es una cuestión religiosa, ni confronta a católicos contra agnósticos o ateos: se trata, ante todo, de un tema moral y jurídico. La Iglesia hoy rechaza el aborto, por las mismas razones que antes defendió los derechos humanos y condenó la tortura durante la dictadura militar.
El debate de fondo es la naturaleza y los límites de la protección de una vida humana. En otras palabras: ¿queremos que en nuestro país la vida de un niño o niña en gestación sea un asunto de conciencia, decidido por cada cual a su manera, o creemos que se trata de una materia que afecta al orden público y a los fundamentos de la convivencia?
Al oponernos al actual proyecto que despenaliza el aborto, no lo hacemos apelando a la fe, sino a principios básicos de nuestro ordenamiento jurídico. Considerar el aborto como un derecho atenta contra el derecho a la vida y, en nuestra opinión, el ordenamiento jurídico nunca debe abandonar a la sola conciencia individual la protección de una vida humana, pues ese es uno de los fines fundamentales del derecho.
Fernando Zegers afirma que los diputados debemos votar frente al aborto abandonando nuestras convicciones personales. Esto no solo resulta absurdo, sino que, además, es inconsistente, ya que sus propios argumentos no son otra cosa que reflejo de sus creencias y valores personales sobre el tema. ¿No es acaso una creencia personal sostener, como él mismo lo hizo en la Comisión de Salud, que «la dignidad de un embrión de un ratón, de un mono o un conejo» es comparable a la dignidad de un embrión humano? Afirmar que el embrión humano no es persona y que no puede ser sujeto de derecho alguno, ¿tampoco es una creencia personal?
No comparto dichas opiniones, pero las entiendo, pues a diferencia de los otros partidarios del aborto, en el caso del Dr. Zegers no solo intervienen factores filosóficos en esta discusión, pues en caso de que se reconozca el estatuto personal del embrión, su actividad profesional misma se vería afectada. Esto no lo excluye a priori de la discusión, pero sería importante que todos transparentáramos los intereses que eventualmente pudiéramos tener en juego en este debate.
Es fundamental que este debate lo hagamos en profundidad, sin maquillajes, sin vetos ni eufemismos. Muchos se presentaron en el Congreso promoviendo el aborto en las tres causales con argumentos que eran íntegramente aplicables para justificar el aborto libre o a sola demanda. Sin embargo, muy pocos se atrevieron a reconocer que su verdadera intención era aquella.
En una sociedad democrática, el respeto y la tolerancia a las opiniones es un pilar básico, y esta no se fortalece legislando en función de las encuestas, como sugiere Fernando Zegers, menos cuando están en juego vidas humanas, sino debatiendo con toda la verdad.
Nicolás Monckeberg Díaz
Diputado
Viernes 26 de Febrero
Fuente: El Mercurio