Jueves 08 de junio de 2017
Señor Director:
A esta altura del debate sobre el proyecto de ley de aborto en tres causales, está claro que no hay ninguna razón de salud pública que pudiera justificar dicho proyecto.
La razón que se esgrime es el «derecho de la mujer a decidir». ¿A decidir sobre la vida o muerte de su hijo? ¿Quién le otorgó ese derecho?, que contraría el primer derecho humano que es a la protección de la vida, en primer lugar del que está por nacer, como indica la Constitución de Chile, en el art. 19.
Los parlamentarios, tanto los del «humanismo laico» como los del «humanismo cristiano» -que se proclaman defensores de los derechos humanos-, deben escuchar a un sector importante y numeroso de la población que está en contra de este proyecto. En particular, los parlamentarios creyentes deben escuchar el mandamiento de Dios: «No matarás».
Todo lo que se invertirá en los hospitales para la prestación de este «servicio» (el aborto) debería destinarse a unidades de acompañamiento a las mujeres con embarazos difíciles y traumáticos. Una mujer, con buen acompañamiento médico, psicológico, emocional, económico y espiritual, en lo último que piensa es en abortar.
¿Por qué insistir en el pretendido «derecho de la mujer a elegir»?
Aún es tiempo de echar marcha atrás. De los arrepentidos es el Reino de los cielos.
+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt