Señor Director:
En su etapa final, la posición del Gobierno frente al proyecto de aborto dio un giro de suma importancia que, lamentablemente, pasó inadvertido. Este giro se expresó a través de la promoción de un supuesto principio que debía permear la aplicación del acompañamiento: «la no disuasión». Según este, las instituciones que brinden acompañamiento deben permanecer absolutamente imparciales frente a la decisión de la mujer. O sea, no sería deseable para el Estado que al final, después de ese período previo, la mujer decida mantener esa vida del que está por nacer.
Más allá de que esta pretendida neutralidad, en la práctica, es imposible, el principio «no disuasivo» esconde una nueva arista que agrava la inconstitucionalidad y, a mi juicio, el sentido ético del proyecto. En efecto, no solo se renuncia a la protección del que está por nacer en tres supuestos, sino que el Estado abandona deliberadamente el fomento del deseo de la madre de dar a luz a su hijo, propiciando lógicamente el aborto.
Por otro lado, hay también un efecto cultural no menor. El proyecto de aborto establece que la vida del que está por nacer puede ser objeto de disposición y, peor aún, que no es correcto motivar su nacimiento.
Lo anterior radicaliza todavía más la deshumanidad de esta iniciativa.
Juan Antonio Coloma
Senador UDI