Cartas Martes 06 de junio de 2017
Señor Director:
Fui diagnosticada in utero con espina bífida a las 27 semanas de gestación. Cuando les dieron la noticia a mis padres, les dijeron que si no moría antes o al poco tiempo de nacer, iba a ser «un vegetal», que no iba a caminar, hablar ni pensar, y que el cerebro se me iba a «llenar de agua», porque además tenía hidrocefalia. En ningún momento se les mencionó las alternativas: de la posibilidad de instalarme un drenaje para la hidrocefalia, que los pacientes presentan un desarrollo cognitivo normal e incluso poseen una excepcional inteligencia. No se les dijo que existía una federación de padres de niños con la enfermedad. No se les brindó ninguna contención emocional. Mis padres salieron de la consulta en shock . Solo semanas después, con otro médico, pese a confirmar el diagnóstico, se les informó que el escenario real estaba muy lejos del funesto pronóstico inicial, que además movía las piernas y por lo tanto caminaría. Doce operaciones después, aquí estoy, caminando con muletas, estudio Trabajo Social, y hablo tres idiomas.
A casi 20 años de eso, mi familia y yo seguimos con horror el avance del proyecto de ley de aborto en Chile, en particular de la causal de inviabilidad fetal, que se discute hoy en el Congreso. En 2014, Miles Chile, los grandes lobistas de este proyecto, propuso un proyecto de ley de «aborto terapéutico» que fue tomado como modelo del actual, con un listado de malformaciones «letales», ante las cuales se debería permitir el aborto. La «espina bífida» no es letal y sin embargo estaba ahí, junto con otras enfermedades tratables, como osteogénesis imperfecta, onfalocele y síndrome de Turner, entre otras.
Analizando mi caso y el de otras personas que conozco, me quedó en claro una cosa. En el momento de recibir una noticia así, los padres están tan angustiados que son muy vulnerables a ser mal informados e impulsados a abortar, más aún si caen en manos de un médico con tan poca ética profesional como el que atendió a los míos.
Pido de todo corazón a los legisladores de este país que se pongan en nuestros zapatos, y reflexionen acerca del impacto que tiene su voto en la forma en que la sociedad ve la discapacidad, y en los miles de hombres y mujeres «inviables» que ya nacimos. Y para aquellos casos en que el pronóstico efectivamente es fatal, que se impulsen programas de cuidados paliativos perinatales en el sistema público y se brinde apoyo a las familias antes, durante y después del parto, porque la dignidad humana y el derecho a recibir atención de salud no se mide en estadísticas de sobrevida de horas, días o meses.
Me violenta profundamente que la causal de inviabilidad, que además no tiene límite gestacional, sea la que menos cuestionamientos provoque entre los parlamentarios; no es un dato menor que luego de las causales del proyecto, las encuestas muestran mayor aceptación al aborto por discapacidad y situación económica, evidenciando que el apoyo al aborto se aloja en un sentimiento tremendamente discriminatorio que aún prevalece en nuestra sociedad.
Gabriela Statt
Voluntaria Movimiento de Mujeres Reivindica
Fuente: El mercurio