Mons
Fernando Chomali
Arzobispo de Concepción de Concepción
Señor director:
Haber omitido los datos de la ciencia moderna que confirma que desde el momento de la fecundación comienza un nuevo ser humano, haber obviado los extraordinarios avances de la medicina para tratar embarazos complejos, haber trabajado el proyecto con la Constitución política del país, que protege la vida del que está por nacer, en el destierro; haber hecho caso omiso de la experiencia de Europa donde la inmensa mayoría de las mujeres abortan porque no quieren tener al hijo, sobretodo en virtud de su inestabilidad familiar, laboral y social, ha llevado de que en Chile avance un proyecto de ley marcado por la idea de que la mujer tiene derecho a decidir si sigue o no con un embarazo. El proyecto comenzó hablando de aborto y ahora se llama interrupción del embarazo. El proyecto comenzó como un tema de salud pero quien lo ha llevado adelante es el Servicio Nacional de la Mujer. El proyecto habla de tres casos pero en la mente de muchos parlamentarios está la idea de cualquier caso.
Si nos concentramos en los casos a los que alude el proyecto de ley, hay un hecho indesmentible: a un ser humano se le quita la vida, ya sea para salvar la vida o la salud de la madre, ya sea porque viene enfermo, ya sea porque es fruto de una violación. Es decir para solucionar un drama, que soy el primero en reconocer, se aplica la violencia a un ser humano hasta causarle la muerte. Por lo tanto la pregunta de fondo es si vamos a tolerar, permitir, despenalizar, en definitiva legalizar que en ciertas circunstancias los ciudadanos puedan optar por la violencia para solucionar sus conflictos, y si la ley del más fuerte va a prevalecer como norma de convivencia nacional. Este proyecto es una involución de la sociedad que ha intentado dar igualdad de oportunidades, reconocimiento de derechos inalienables y no negociables, y de protección del más débil. La sabia naturaleza quiso que el más débil y frágil de nuestra sociedad estuviese en el regazo de su madre. Algunos lo están convirtiendo en el lugar más peligroso. Eso es inaceptable. Además en esta lógica ya comenzarán las voces para terminar con los ancianos gravemente enfermos. Tenemos más información que nunca, así como conocimientos, pero falta sabiduría para darse cuenta que este es un proyecto que niega derechos fundamentales, hace de la fuerza la forma de solucionar conflictos y niega la fraternidad universal a la que todos debiésemos aspirar.