Mucho se ha leído que la defensa de la vida no es un tema confesional sino de respeto a los derechos humanos fundamentales. Si bien eso es cierto, muchas personas consideran que debe darse la unión entre ambos caminos y, estemos o no de acuerdo, no cabe duda que muchos parlamentarios creyentes así lo harán al momento de votar. Después de todo, nadie puede enfrentar las decisiones más difíciles de su vida sin apelar a su conciencia más profunda, mas aún para el creyente convencido que deberá justificar sus actos ante El que le dio la vida. Esto resulta especialmente relevante en un asunto tan fundamental como el aborto, que exige una mirada mas allá de las lealtades terrenales.
«Los hitos de la tramitación del proyecto han coincidido con fechas religiosas simbólicas, y ahora la votación final de la Cámara de Diputados podría darse además en los días más importantes del calendario eclesiástico: los de Pascua de Resurrección»—Patricia Gonnelle.
Por esas cosas inexplicables, pero significativas para el creyente, los hitos de la tramitación del proyecto han coincidido con fechas religiosas simbólicas, y ahora la votación final de la Cámara de Diputados podría darse además en los días más importantes del calendario eclesiástico: los de Pascua de Resurrección, hecho que un legislador cristiano difícilmente puede pasar por alto. El tendrá que votar en esos días de duelo, con toda la carga y significado que implica y después llevar esta decisión en su conciencia de por vida, ya que sin duda, este proyecto —a pesar de las justificaciones que se busquen— cambiará radicalmente el concepto humano de la protección a la vida en Chile, dejándola a merced de las ideologías imperantes. Al igual que el resto de los cristianos chilenos preocupados de que Chile no manche su nombre con sangre de muertes que claman al cielo, solo queda rezar intensamente para que este proyecto no logre la complicidad de nuestros legisladores, en especial de los que comparten la misma fe en Dios y Jesucristo.
fuente: eldemocrata.cl