Si queremos un país más desarrollado y más humano, urge tener una educación de calidad, mejores oportunidades laborales, fortalecer las familias y no seguir presentando el aborto como una receta milagrosa a los problemas de abandono, violencia y pobreza.
Por Julio Isamit
El lunes de esta semana, la Presidenta Bachelet regresó de sus vacaciones. Lo hizo en medio de un complejo clima de opinión pública, marcado por los eventuales nuevos casos de corrupción y tráfico de influencias al interior de Palacio y de otra baja en las encuestas que sitúa el rechazo a su gestión en un 65% según CADEM.
La Presidenta hizo llamados al orden, a la lealtad con el gobierno y a dar celeridad legislativa a la reforma laboral y al proyecto de aborto.
Sin detenernos a considerar las graves consecuencias que una mala reforma laboral puede tener para los trabajadores de nuestro país -y para quienes no tienen trabajo y lo desean- creo que es necesario hacer algunos comentarios respecto a la obsesión abortista que parece existir en una parte del oficialismo.
Fuente: El Líbero