Se han sucedido los reclamos tanto a favor como en contra del aborto. Sin abultar más en torno al tema quiero sí, contribuir en algo que es voluntad común: Hacer del proceso de gestar y tener vida un acontecimiento amable, seguro y deseable. Vale decir, lo contrario de lo que es hoy para muchas chilenas. En efecto, ser madre en Chile es para muchas un drama, «un problema», sino una tragedia.
Poco he escuchado en favorecer más la maternidad, hacer de esa aventura maravillosa algo amable, grato, positivo, y no la carga que hoy supone. Extraño en quienes apoyan la vida un reclamo más decidido, por ejemplo, ante prácticas laborales discriminatorias contra la mujer y su posibilidad de embarazarse. Soy testigo triste e indignado de que, personas que se llenan la boca con consignas a favor de la vida, en su mundo laboral y dentro de sus posibilidades, poco y nada hacen para que las mujeres que trabajan allí, les resulte grato y deseable ser madres, lo puedan planificar con tranquilidad e, incluso, si llega sorpresivamente, que no tengan que deshacerse en explicaciones, como quien está dando cuenta de un pecado mortal. Puro cínico doble estándar.
El discurso pro vida debe incorporar en su ADN un reclamo más decidido contra las políticas de salud y prácticas laborales, que atentan contra la vida y son, entre otras razones, las que llevan a muchas mujeres a abortar. Sin esta línea de argumentación, el reclamo contra el aborto no resulta convincente; más bien una cortina de humo ante las evidentes injusticias en este campo contra la mujer. Toda apelación a favor de la vida debe ir acompañada de gestos concretos para que resulte eficaz.
Ninguna mujer quiere abortar. Si llega a hacerlo, es por el desamparo y trabas que la llevan a tomar esta triste decisión.
Un apoyo convincente a la vida implica, señores, ¡meterse la mano al bolsillo! A pura consigna no pagamos clínica, médicos ni pañales. El apoyo debe ser tal, que la tentación del aborto desaparezca sola.
Sin duda la prohibición del aborto -penalización si se quiere- es importante. La ley tiene un efecto pedagógico; habla del apoyo social a la vida. Pero, sin políticas decididas en pro de la vida, de poco sirve el papel.
Como buen ejemplo de una concreta acción pro-vida está la fundación María Ayuda, organización de auxilio a niñas en situación de riesgo social. Sin bulla y poquísimos recursos, han acompañado cientos de embarazos haciendo posible que traer vida al mundo sea un regalo. Que ninguna mujer en Chile pueda decir que no recibió ayuda en su embarazo. Que no nos reprochen mezquindad ni falta de apoyo.
Por Padre Hugo Tagle