El Dr. Fernando Zegers tuvo oportunidad de expresar su postura sobre el aborto en un seminario organizado en el antiguo Congreso. Reiteró recientemente sus ideas en El Mercurio, señalando que su moral particular considera que «los cuidados con el embrión son de menor exigencia que el derecho a los cuidados que tienen las personas, en este caso, la mujer», quien tendría derecho a decidir sobre la vida del embrión/feto, en base a «su autonomía para decidir según sus propios valores».
El principio de autonomía es un valor fundamental en la práctica médica y constituye uno de los pilares de la bioética. Sin embargo, falta clarificar cómo se entiende esa autonomía sobre un tercero. En efecto, el principio de autonomía hace referencia a la capacidad que uno tiene para decidir sobre sí mismo. En el caso de un tratamiento, por ejemplo, de aceptarlo o rechazarlo. Pero cuando se está frente al dilema del aborto, la decisión de la mujer ya no solo la afecta a ella misma, sino que también afecta directamente a un tercero.
A estas alturas del desarrollo médico, es evidente que el embrión/feto no es parte del cuerpo de la mujer como lo es un hígado, bazo o tumor. Cuando se actúa sobre el niño que está por nacer, no se actúa solo sobre el cuerpo de la mujer, se actúa también sobre un tercero distinto e identificable de la mujer, aunque sea dependiente de ella. Nuestro deber es cuidar a ambos.
Es ahí donde comprobamos una falencia propia de nuestra sociedad, y particularmente de la práctica clínica: reconocer a la mujer su capacidad única de poder albergar a un nuevo ser humano, ofreciéndole el apoyo y acompañamiento adecuados en cada embarazo, especialmente en aquellos que son más complejos y difíciles, en los que se sienta más vulnerable. Ese es nuestro verdadero desafío, al que debiéramos estar abocando nuestros principales esfuerzos.
Dr. José Antonio Arraztoa
Médico Jefe Servicio de Obstetricia y Ginecología
Clínica Universidad de los Andes