A comienzos de 2015 los parlamentarios comenzarán a debatir sobre el aborto, para llevar adelante la agenda legislativa propuesta por la Presidenta Michelle Bachellet. La Navidad nos ofrece una última oportunidad para reflexionar cómo un país que afirma ser predominantemente creyente, enfrentará un tema tan delicado.
Para los que somos cristianos, además de recordar la inmerecida bondad de Dios sobre la humanidad, la Navidad debiera presentarnos oportunidad de pensar en la dignidad de la vida.
Los que conocen los relatos de los Evangelios recordarán que el anuncio de la llegada del Hijo de Dios provocó una conversación entre la madre de Juan el Bautista y la Virgen María. El evangelista Lucas explica que cuando María la visitó, el niño que Elizabet esperaba saltó de alegría en su vientre. La palabra griega usada por Lucas para describir al feto, es la misma que luego utilizó para referirse al niño en el pesebre envuelto en pañales. Al usar la misma palabra para referirse a una persona dentro del vientre de su madre y fuera de éste, el Evangelio nos fuerza a considerar a ambos igualmente dignos de valor, respeto y cuidado.
Se espera que los legisladores con convicciones cristianas puedan aportar en la discusión que viene no sólo un justo deseo por defender los derechos humanos de la mujer, sino también los del niño que está por nacer.
Cristóbal Cerón